Casa Real
Los retos invisibles de la nueva jequesa de Catar
Hábil e inteligente, planta cara a su predecesora, Mozah bint Nasser, icono de glamour y lujo
No debe de ser fácil ganarse la admiración cuando quien le precede es la ex jequesa de Catar, la enigmática Mozah bin Nasser, icono del lujo y del glamour. Ayer la nueva jequesa, su nuera Jawaher, aterrizó en España de la mano de su esposo, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, y logró sobreponerse a tan imponente sombra sin necesidad de entrometerse. Encontró su propia elegancia con un conjunto totalmente blanco de pantalones de lentejuelas y abrigo de Chanel, acompañado de un bolso de Mini Kelly de Hermés y sin el legendario turbante que acentúa la belleza de su suegra. La reina Letizia la recibió con un vestido evasé en blanco y bordados firmado por Carolina Herrera.
El Palacio Real se engalanó para esta visita de Estado en la que la jequesa acaparó la atención por significar su debut en un evento internacional. Por nacimiento y por matrimonio, pertenece a la dinastía reinante de los Al Thaniy es la primera de las tres esposas que tiene el emir. Ninguna de ellas tiene un papel significativo y en las imágenes tomadas en su país aparecen siempre con la tradicional abaya, una túnica negra que cubre cuerpo y cabello. Aunque nunca ha mostrado interés por la moda ni la alta costura, esta visita y su elegante estilismo occidental podrían ser un primer gesto de apertura hacia un nuevo papel trascendental, similar al de la ex jequesa.
Nefertiti de Catar
Inevitablemente, tendrá que rivalizar con la presencia de su suegra, ya que su abdicación no supuso la renuncia al trono de la elegancia. Su reinado sigue también intacto en cuanto a influencia y proyección internacional. Quizás no luce el porte regio de su antecesora, pero en su saludo a los reyes de España Jawaher transmitió naturalidad, encanto, amabilidad y exquisita educación, que es otro poderoso modo de ser elegante. Es verdad que, a sus 63 años, la ex jequesa conserva la misma belleza que cautivó al mismísimo presidente Zapatero cuando vino a España, en 2008. Como es habitual en ella, embelesó a todo el mundo con su colección de vestidos de alta costura que realza con turbantes siempre a juego, combinando de una forma magistral el gusto por lo occidental con el respeto a su cultura.
A Mozah, que hace tiempo se ganó el apodo de Nefertiti de Catar, se le atribuye una capacidad casi etérea de cautivar a la gente, incluso de subyugarla, y así se podría explicar la fortuna creciente de la dinastía Al Thani. Sus inversiones han conseguido aumentar el patrimonio familiar en Europa. Sirva de ejemplo la compra a Mohamed Al Fayed, en 2010, de los almacenes de lujo Harrods por 1.741 millones de euros. Habría que sumar rascacielos, emblemáticos hoteles, palacios, medios de comunicación, arte y firmas de alta costura, como Valentino o Balmain. En 2014 le regaló a su hijo una mansión de 247 millones de dólares en el corazón de Londres con 13 habitaciones, spa, piscina, una planta para sus trece hijos y áreas para las niñeras y los mayordomos.
Es graduada en Sociología y nació en 1958 en un palacete de la ciudad de Al-Khor en el seno de una adinerada familia de comerciantes. Desde 1995 vuelca sus esfuerzos en la educación y la modernidad del país sin perder las raíces y la identidad. Fue una primera dama peculiar, casada con jeque polígamo y madre de siete hijos. Devota musulmana, saluda a la mañana con una oración con la misma distinción con la que viste de Dior. El Chanel con el que ayer se estrenó su nuera Jawaner puede ser el anuncio de una nueva representante para este pequeño país con la mayor renta per cápita del planeta.
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