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Entrevista

Alejandro de Miguel, el diseñador de la alta sociedad: "Me veo un poco reflejado en la forma de trabajar de Balenciaga"

De Carmen Lomana a Esther Koplowitz, no hay socialité que se resista a lucir alguno de sus icónicos diseños

El diseñador Alejandro de Miguel Cedida

El nombre de Alejandro de Miguel ha copado titulares esta semana por el elegante vestido rosa que la Reina Sofía lució en la imposición de su Toisón de Oro por parte del Rey Felipe VI, una elección por la que el diseñador se siente «orgulloso» pero que tan solo representa una de las muchas piezas con las que viste a otras mujeres de la alta sociedad. De Ana Obregón en las Campanadas –y también en el funeral de su hijo– a Carmen Lomana como madrina, pasando por Esther Koplowitz en los Premios Princesa de Asturias o Cruz Sánchez de Lara en una recepción en el Palacio Real: no hay socialité o profesional de alcurnia que se resista a lucir uno de sus icónicos diseños en los momentos más importantes de su vida.

-¿Cuándo empezó a diseñar?

La mía ha sido una carrera de fondo. Empecé desde niño porque mis padres tenían un taller de costura, cosían para otros diseñadores, y yo llegaba del colegio y soñaba con ponerme a coser. Este año se cumplen 20 desde que creé mi firma, aunque empecé mucho más jovencito a hacer mis propios vestidos.

-¿Por qué cree que le eligen sus clientas?

Ha sido una carrera de mucho esfuerzo, de estar enclaustrado en el taller. No soy un diseñador de televisiones ni fiestas, soy de estar metido en el taller con mis costureras y atendiendo a mis clientas personalmente. No me limito a la parte creativa de hacer un dibujito, sino a toda la parte del oficio que hay detrás: el patronaje, la costura, bordar… Sé hacer todo el oficio, y creo que esa ha sido la clave del éxito, aunque evidentemente yo no coso todos los vestidos porque tengo un gran equipo de casi 30 personas.

-¿Cómo es el proceso creativo desde que recibe un encargo?

Presento todos los años una colección de unos 60 modelos con los que trabajar y orientar a mis clientas. Me gusta mucho el trato con ellas y atenderles personalmente, porque muchas veces ellas mismas, sin saberlo, me dan una buena idea para hacer el siguiente vestido. En base a esa colección que presento cada año, luego todo se personaliza, se cambia el color y se va jugando un poco con las tendencias de cada año.

-¿Recuerda algún trabajo que le haya hecho especial ilusión realizar?

Toda la gente que viene especialmente a hacerse un vestido a mi pueblo, que se está convirtiendo en el pueblo de las madrinas, es como un peregrinaje. Son miles de historias, y aunque muchas veces parece que el más mediático es el que más impacta, no siempre es así. Recuerdo a una señora que vino con mucha ilusión y que llevaba ahorrando años. Le hice el vestido con tanto esmero…

-Es un referente para muchas clientas, ¿cuáles son lo que tiene usted?

Soy un apasionado de la historia de Balenciaga, pero del diseñador real que ya no está, porque ahora lo que ha quedado no tiene nada que ver. Me siento un poco reflejado en su manera de trabajar, en esa forma de esculpir los vestidos en el cuerpo de la clienta, alfiler tras alfiler. Soy un seguidor de su historia y de su vida porque era un auténtico genio.

También son muy sonados sus diseños para las presentadoras de las campanadas. ¿Repetirá este año?

Seguro que algún vestido mío se cuela, y hasta ahí puedo leer. Es un orgullo porque soy el diseñador que más vestidos de campanadas ha firmado de este país, porque además lo he hecho en todos los canales de televisión.

¿Qué retos afronta su firma de cara al futuro?

Ahora mismo estamos viviendo un momento muy bueno, y lo que pueda pasar en un futuro no lo sé. Lo que veo más como un gran reto es el relevo generacional de las costureras. Las mías tienen una media de edad de 60 años, y gente joven que cosa, ahora no hay mucha. No quieren estar ocho horas en un taller, quieren ser diseñadores por lo que ven en la tele, pero no es la realidad.