Reflexiones
Manu Sánchez: "Me he operado cinco veces a vida o muerte"
El presentador andaluz reaparece en televisión tras dos años marcados por el cáncer testicular. Con una serenidad inesperada, confiesa que no teme a la muerte, sino al sufrimiento, y revela cómo la enfermedad le ha enseñado a colocar en su sitio lo verdaderamente importante
La risa siempre ha sido el terreno natural de Manu Sánchez. Sin embargo, el pasado miércoles 17 de septiembre, el humorista sevillano subió al plató de "Al Cielo" -el programa que conduce en 101 TV Sevilla y que estrenaba su cuarta temporada- con una energía distinta: la de alguien que ha pasado por la tormenta y ha decidido contarla sin máscaras.
A los 40 años, Sánchez habla de su enfermedad sin rodeos. El cáncer testicular que le diagnosticaron en 2023 lo obligó a enfrentarse a hospitales, operaciones y quimioterapias, pero también lo empujó a una revisión profunda de su vida. "Vamos a salir a contar lo que me pasa, para que nadie salga a contar lo que no me pasa", recordó en la entrevista, convencido de que verbalizar su proceso fue un acto sanador y liberador.
Cáncer sin tabúes
Con una naturalidad que desarma, el presentador relató cómo eligió nombrar el cáncer sin tabúes: "Voy a pasar por una orquiectomía, el testículo que está malo va para afuera, voy a pasar por una quimio…". Para él, hablarlo fue una forma de quitarle al miedo su disfraz más poderoso: el silencio.
Lo más duro, admite, no ha sido su cuerpo, sino el impacto en su entorno más íntimo. Casado con la nutricionista Lorena Sánchez y padre de dos hijos, Manuel y Leonor, confiesa que no hay guion para explicar a los niños que papá va al hospital sin garantías de volver. "Me he operado a vida o muerte cinco veces. Eso significa que el martes me despedía de mis hijos porque al día siguiente podían operarme sin que supiera si volvería". Entre las lágrimas, compartió la pregunta más difícil que le han hecho: "'Papá, ¿y tú, para ponerte malo, qué has hecho?’ Y no supe qué contestar'".
Ese roce constante con la fragilidad lo ha llevado a aceptar algo impensado: su propia muerte. "La soberbia se va, el ego se recoloca, lo urgente e importante cambian de sitio. He hecho el ejercicio enorme de aceptar mi propia muerte", confesó, con la voz quebrada. Y matizó: "No deseo la muerte, ni mucho menos, pero sé que la he aceptado. Y eso me ha permitido entender que estoy jugando una prórroga que es un regalo".
En esa prórroga, Manu ha encontrado una brújula clara: sus hijos. "Mi absoluta obsesión es provocarles bonitos recuerdos, disfrutar con ellos como una prioridad absoluta", dijo con emoción. El comediante que tantas veces ha hecho reír ahora se descubre en otra faceta: la de un padre que ha aprendido a disfrutar de amaneceres, cafés y pequeños gestos que antes parecían evidentes.
"No me da miedo la muerte. A lo que sí tengo miedo es a sus hermanas: el sufrimiento y el dolor", resumió con una honestidad brutal. Y, fiel a su esencia, remató con un guiño: "La vida, al fin y al cabo, es una aliada para reírme en la cara de la muerte".
Una entrevista que, más que una confesión, es una lección: la de un hombre que aprendió a transformar el miedo en ternura y la enfermedad en un alegato de vida.