Entrevista
El musical catarsis de Rocío Carrasco: «Pasé del dolor a la gratitud»
La hija de la cantante comparte con LA RAZÓN su momento vital más personal el mismo día que presenta la gira «Rocío Jurado, el musical»
La última vez que había visto a Fidel Albiac en persona fue en los juzgados de Plaza de Castilla. Acababa de terminar la carrera de Derecho y estaba haciendo sus prácticas para un reconocido penalista. La conversación acabó en su casa de las afueras de Madrid, donde él y una Rocío que no era sombra ni de lo que es ahora desgranaban a la que escribe un calvario judicial con el exmarido de la hija de Rocío Jurado. Un calvario que, en un acto de bondad sin precedentes y pesar de una presión social extrema, callaban hacía más de una década por proteger a los menores implicados. Un calvario que se hizo público y que ya forma parte del imaginario colectivo, aunque en su día polarizó a la sociedad, dando una victoria rotunda moral a la que muchos tachaban de mala madre.
Hoy ni Fidel es ese Fidel trajeado y nervioso al ver la vida judicial del otro lado, ni Rocío es esa mujer atormentada que conocí en Valdelagua. Entonces era una pareja detrás de una recua de sumarios judiciales. Hoyestán serenos y radiantes y comparten conmigo que en breve celebran 25 años de amor, además de su deseo de casarse por la iglesia. El tiempo ha ido marcha atrás para ellos. En nuestra conversación no hay ni una referencia en nombre propio a esos personajes que durante más de una década atormentaron su vida. Pero sí alusiones implícitas. «No tengo ni que contestar el pasaje que borraría de mi vida», apunta sin dejar de sonreír.
Rocío Carrasco está serena y guapa. Hoy no es ni la mujer bandera del documental de Telecinco donde vertió su alma ni la chica campechana y terremoto del reality «Bake Off». Hoy la mujer que atiende en una pequeña sala del Teatro Albéniz, donde los días 28, 29 y 30 de junio se va a producir el estreno oficial de «Rocío Jurado, el Musical», es tal vez la verdadera Rocío Carrasco. «Estoy disfrutando por fin de hacer entretenimiento», nos dice mientras bromea con el precio de sus zapatos que ha comprado en una conocida web «low cost». «Yo soy así. Muy de mezclar», desliza mientras se recoloca un top asimétrico que desvela un tatuaje que le cubre la espalda. Estar aquí, presentando este espectáculo, es un gran éxito personal.
«La tozudez es el rasgo principal de mi carácter. Para lo bueno y para lo malo. Mi terco empeño me ha hecho estar donde estoy, con lo malo y lo bueno. Pero a día de hoy puedo decir alto que estoy feliz, contenta y si estoy algo preocupada es por el sentimiento de responsabilidad que supone llevar un musical así. Estoy muy feliz, por fin. ¿Si echo la vista atrás? No sabría, porque evaluar con mis circunstancias es muy complicado, pero te aseguro que la media es muy buena».
«Este espectáculo es mi terapia. Es más, este musical me ha servido para enfrentarme a la ausencia de mi madre. Al principio, con un dolor fuerte y profundo. Y luego, con gratitud. Me siento sanada y feliz de poder enseñar el resultado». A Rocío le gusta poner énfasis en como el musical sobre la gran Rocío Jurado se va construyendo en cada plaza. Cómo empezó de manera muy sencilla en 2016, a cargo de Luis Álvarez. «Luego decidimos entrar nosotros. Hemos crecido tantísimo exponencialmente. Ahora tenemos una orquesta en directo y un cuerpo ténico que es espectacular. Ya sí estamos a la altura, aunque vamos metiendo avances técnicos y de guion en cada plaza».
Anabel Dueñas, un regalo
Esta magia que cuenta emocionada es parte a la gran conexión de Rocío con la mujer que canta las canciones de la Jurado: la cordobesa Anabel Dueñas, una cantante nacida al calor de «OT» en 2008 y que conoció a la hija de su ídola en el programa «¡Qué tiempo tan feliz!», conducido por la mítica María Teresa Campos. «Ojo, que Anabel no hace de Rocío Jurado. Canta sus canciones pero no hace de su persona. La relación con Anabel es mágica y cada cambio que propone se añade. Es una persona regalo. Con ella hemos construído entre todos el musical y lo que nos queda».
Rocío, una mujer que de niña soñaba con ser «Wonder Woman», la mujer maravilla, se emociona cuando cuenta el día que quedó prendada de su voz cantando «Punto de Partida». «Ahí mi madre estaba imponente y me emocionó su versión. Soy muy de piel y decidí que era la persona para cantar el repertorio de mi madre».
Es curioso, pero hace diez años en la casa de Valdelagua Rocío buscaba siempre miradas cómplices al hablar. Ahora no las necesita. Mira a los ojos, serena y profesional. Y se muere de envidia cuando Fidel sale de la sala a fumar un cigarro, entre risas. Echamos mano del cuestionario Proust para bucear en su interior y saber que sus artistas preferidos son su madre y Paco de Lucía, que el defecto que más perdona es la cobardía porque «bastante tiene el que es cobarde con su carga», que el hábito que no soporta es la mala educación, que quiere estar siempre cerca de su gente y de su familia elegida, que Fidel es ese «morenazo» el amor de su vida, que es feliz siendo bastante imperfecta, que nunca hace lo que no le gusta que le hagan, pero que cree en el «rencor terapéutico». Se aclara la voz y lo aclara. «No soy una persona de rencores, pero a veces el recor terapeútico te salva de algunas cosas». Y te clava la mirada. La mujer que siente como mayor desgracia la muerte de un ser querido y que quiere estar en paz repiete como un mantra que solo quiere estar rodeada de honestidad. Ha acabado el tiempo previsto de entrevista y posa radiante para las fotos.
Esta entrevista se produce a solo un día de que se conmemore el 18 aniversario de la muerte de su madre. «Pero para mí no deja de ser un día igual que todos los demás, porque no me hace falta que sea 1 de junio ni para recordar, ni para sentir, ni para llorar, ni para reír», concluye Carrasco.
Además de las actuaciones en el Teatro Albéniz, hay más fechas confirmadas, entre ellas, el 10 de octubre en el Teatro Principal de Alicante, el 23 de noviembre en el Teatro Coliseum de Barcelona, el 12 de enero en el Cartuja Center de Sevilla, el 24 de enero en el Palacio de Congresos de Cáceres, el 29 de marzo en el Palacio de Congresos de Valencia y el 3 de mayo en el Teatro Villamarta de Jerez (Cádiz).
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