Testimonio
Un preso de Koh Samui narra con crudeza lo que sufrirá Daniel Sancho en prisión
Este recluso ha puesto el foco de atención en las precarias condiciones de higiene y alimentación que padecen allí. El lugar donde dormirá Daniel es infrahumano
Aunque poco a poco salen más informaciones sobre cómo es la vida en una cárcel de Tailandia, no podemos hacernos a una idea acertada de cómo serán los días para Daniel Sancho. El asesinato y descuartizamiento de su pareja, Edwin Arrieta, le ha dejado un horizonte judicial muy oscuro, donde se pide incluso la pena de muerte para él. Hasta que se decida sobre su futuro, está cumpliendo prisión provisional en la cárcel de Koh Samui, donde ha estado aislado del resto de reclusos por cuestiones sanitarias, pues hay que cumplir con el protocolo contra el coronavirus.
Pero ya ha salido de esta burbuja que le mantenía en el limbo, pues ha comenzado a dar sus primeros pasos para conocer cómo será su vida en la celda que ya le está esperando, en la que estará con decenas de presos y en pésimas condiciones de higiene y alimentación. Unas circunstancias de sobra comentadas por muchos, pero quizá ningún testimonio puede ser más esclarecedor que aquel realizado por un antiguo reo de la misma cárcel. Unas duras declaraciones que ha recogido en exclusiva el programa de Antena 3, ‘Y ahora Sonsoles’ y que deja constancia de lo precaria que será la vida para Daniel Sancho los próximos meses.
El programa de Sonsoles Ónega ha podido contactar con una persona que cumplió condena en la prisión de Koh Samui acusado de homicidio. Esta persona, que ha preferido mantener el anonimato en todo momento, ha detallado cómo era su rutina entre rejas y también qué aspectos se le hacían especialmente duros en su obligada estancia. Y es que la vida en una cárcel tailandesa está muy organizada y cada error puede costarte la vida.
El día comienza a las seis de la mañana, cuando son despertados para ir a rezar con un monje tailandés. Después tienen un tiempo limitado para ir al baño y asesarse, antes de poner rumbo al desayuno. Pasos que son marcados por sirenas y alarmas. Quizá las más importantes son las que les anuncian que la comida está lista, aunque no sienten especial ilusión por lo que se encontrarán. En torno al medio día son llamados para el almuerzo, su última comida del día, pues a partir de este momento tan solo pueden beber agua. Y hasta esto es peligroso, pues el vital líquido está en pésimas condiciones y descomponen el organismo sin piedad.
La forma de dormir tampoco es hogareña. Se ha comentado que en la prisión se les entrega a los presos unas mantas, las cuales utilizan a modo de colchón y almohada. Y es que no hay camas en el recinto penitenciario. Pero no todos consiguen tal privilegio de tener mantas, pues no hay para todos, por lo que los nuevos reclusos terminan durmiendo hacinados en las puertas de los baños, donde el olor es aún más nauseabundo, pero el único espacio que los veteranos les dejan libre.
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