Entrevista
Verónica Blume: «La presión me llevó a una relación poco sana con la comida»
La top model vive de organizar retiros espirituales y confiesa que actualmente se encuentra, por primera vez, sin pareja
Si hubiera que definir a Verónica Blume con una cualidad, etérea parecería acertada. Carece de vicios o defectos, aunque confiesa que en el pasado los pudo tener en abundancia. Hace tanto que colgó los hábitos de la alta costura que no siente nostalgia de aquella época dorada de los 90, cuando las top model dominaban la tierra. Con 16 años ganó un concurso y de la noche a la mañana se embarcó a Nueva York con un contrato millonario con la agencia Ford que le abrió las puertas del cielo. Acaba de cumplir 46 años y sigue luciendo igual de bien con ese estilo «athleisure» (deportivo) que tan bien dominan Gigi Hadid o Kendall Jenner. En su caso no es impostura, sino su atuendo como instructora de yoga, profesión a la que se entregó en 2003, meses antes de dar a luz a su hijo Liam, fruto de su relación con el fotógrafo y diseñador gráfico belga Perry Jansens. Desde entonces, el silencio es su grito más fuerte. Organiza retiros espirituales que la mantienen desconectada del mundanal ruido y recibe a LA RAZÓN desde Amara Valley, un santuario ecológico en el bosque de Rocacorga (Gerona). En él celebrará su próximo retiro. El siguiente, en octubre, la llevará hasta Marrakech, a la Maison Brummell, una casa con su propio hammam o baño de vapor para purificarse por dentro y por fuera.
¿Por qué dio este giro tan abrupto de la moda a lo espiritual?
La moda es complicada. Me gustaba, pero me veía disfrazada y con el síndrome del impostor. Además, la presión me llevó a una relación poco sana con la alimentación y con mi cuerpo. La cuestión era cómo escapar de una profesión exitosa que me aportaba tanto. El embarazo de mi hijo Liam me hizo dar el salto definitivo. Me fui a Ibiza y desconecté de todo. Allí descubrí el yoga y con el tiempo me fui formando como instructora y también en otras disciplinas. Una vez de vuelta a Barcelona, empecé a dar clases en el salón de casa y finalmente, abrí mi propio centro, The Garage, que cerré antes de la pandemia. Desde entonces, imparto clases y talleres y organizo retiros espirituales.
Lo espiritual está de moda. ¿Nos arriesgamos a que pierda su sentido?
La quietud es un auténtico lujo y desde mi perspectiva como profesora me siento privilegiada. Necesitamos conectar con una parte olvidada de nosotros mismos, aterrizar en un lugar en calma. Puede que sea moda, pero al terminar los retiros, me agrada ver cómo las palabras que se repiten son gratitud, crecimiento, emoción o descubrimiento.
Hace falta ser valiente para mirarnos hacia adentro.
Puede dar vértigo, pero es una cuestión de voluntad, de decidir hacer una pausa que supondrá un punto de no retorno porque encontrarás respuestas, aprenderás a conectar contigo mismo y a hacer mejor uso de la alimentación, el espacio o el entorno. Son retiros que voy enfocando con temáticas diferentes y que, más allá de una experiencia vacacional, son una oportunidad para mirar hacia adentro, aprender a sanar, equilibrarse y relajarse.
Por todas partes se anuncian famosos reconvertidos a maestros del coaching, la meditación o el yoga. ¿Entiende que se pueda ver con suspicacia?
Me asombra cuando lo veo. En mi caso llevo dos décadas. Me formé y empecé en el yoga cuando no había este furor y, por eso, creo que estoy fuera de toda sospecha de subirme a un carro. No todo vale y es importante distinguir quién es un profesional o quién se aprovecha de un nombre. A mí espantaba la idea de modelo que imparte yoga. Para huir de ello, decidí vestir desarreglada.
¿Acuden a sus retiros muchas caras conocidas?
Sí, hay interés desde cualquier ámbito y, por supuesto, hay personas que sí son conocidas, pero la discreción es absoluta.
¿Qué le parecen las velas con aroma a vagina de Paltrow?
Nunca las usaría, pero es una mujer muy inteligente y hay que entender que se dirige a un público muy específico. No podemos subestimarla por ser una celebridad.
¿Cualquier persona es apta para disfrutar de un retiro?
Por supuesto. Ajusto las sesiones de yoga y meditación a cada persona y respetando sus límites. Además, el retiro incluye otras opciones con las que el participante puede encontrar una manera más armoniosa de relacionarse consigo mismo y con el mundo. Uso meditación, retiros de chacras para vivir la experiencia de hacer un viaje al interior, terapias naturales o la ceremonia del cacao con la que abrimos el corazón y reconectamos con nuestra sabiduría.
¿Qué rutinas sigue?
Practico yoga a diario y dejé de comer carne a los 16 años. Y eso que, con una madre uruguaya, he vivido siempre rodeada de carne. Tomo pescado y alimentación ecológica y de proximidad. El yoga te enseña a escucharte y, si me apetece una bolsa de patatas fritas, no hay razón para privarme.
¿El yoga le ayudado en su relación con el amor?
Por primera vez en muchos años, no tengo pareja y estoy disfrutando de un momento muy especial de reencuentro conmigo misma y de recolocarme como mujer.
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