Entrevista
Antonio Carmona: «He perdido muchos amigos por mi carrera»
El artista tiene por delante un verano cargado de proyectos musicales, empezando por un single que llegará el próximo septiembre
Tras un tiempo alejado de la industria, Antonio Carmona vuelve con más fuerza que nunca. "Estoy terminando un single que sacaré en septiembre, si Dios quiere, después de seis años. Quiero entrar otra vez en el circuito discográfico, que lo tenía muy abandonado", cuenta a LA RAZÓN, y vaya si lo hará... Se le presenta un verano lleno de proyectos, empezando por su actuación para Atardeceres Larios en El Balneario de Málaga, "una ciudad a la que le tengo mucho cariño porque parte de mi juventud la he vivido allí". De hecho, él fue el encargado de dar el pistoletazo de salida a esta experiencia que invita a disfrutar y "vivir la vida".
¿Qué es para usted vivir la vida?
Ya lo digo en "No estamos locos": vive la vida igual que si fuera un sueño. La vida hay que exprimirla, estrujarla… La vida te da momentos buenísimos, y yo me quedo siempre con las cosas buenas que me han pasado, porque en la vida no hay que quedarse con lo negativo, sólo con lo bueno, que tenemos muchas cosas buenas. Es verdad que en nuestra andadura por el mundo tenemos de todo, lamentos, pero yo me considero una persona feliz y creo que la gente necesita felicidad a través de la música y la cultura, después de la pandemia que hemos pasado. Gracias a Dios, tenemos un país impresionante, cómo se pone en verano y la alegría que hay. Además hay mucha apuesta por la cultura, como el caso de estos Atardeceres Larios.
Después de tantos años, ¿se sigue poniendo nervioso al subir a un escenario?
¡Siempre! Porque no se sabe lo que puede pasar. Nosotros hacemos pruebas de sonido, vamos con tiempo para que no pille tráfico… pero siempre hay imprevistos, entonces, cuando subo a un escenario, yo que soy muy creyente, siempre le pido a Dios que vaya bien. Es muy importante que todos tengamos nuestro espacio definido, porque yo me muevo mucho, y que podamos dar lo mejor de nosotros musicalmente. Siempre hay nervios, pero cuando subes, es alegría. Además, a mis shows de Atardeceres Larios voy bien acompañado: vienen mis Carmonas y mis hijas, Marina y Lucía; entonces la gente va a ver algo muy familiar, bonito y emotivo.
¿Cómo es trabajar con la familia?
En este caso son todo chavales jóvenes: mis hijas, mis sobrinos, que alguno lleva ya 15 años en la banda… Para mí, es poder compartir con los tuyos. Hay mucha armonía entre nosotros, tenemos muchas ganas de trabajar y damos gracias a la vida por todo lo que nos da, porque poder hacer estas giras a estas alturas de mi profesión es un regalazo impresionante. Viene bien estar juntos porque el trabajo no te quita tiempo de estar con ellos: vamos juntos en el coche, hablamos… es como una pequeña terapia. También aprovechamos para comer bien, por el norte o el sur, en los restaurantes que sabemos que se come bien.
¿Recuerda el mejor consejo que le dio su padre al empezar en la música?
Más que un consejo, fue todo lo que vi. Yo viví desde los 11 hasta los 18 años en Málaga, y mi padre tenía por allí cerca el centro en el que hacía los festivales flamencos, en los que cantaba con Camarón, Fernanda y Bernarda, El Chocolate y todos esos dioses del Olimpo flamenco. A mí me caló que, cuando terminaba de actuar, con estos calores que hacen ahora, se pasaba la noche entera conduciendo por esas carreteras horrorosas de esos años porque le gustaba dormir en su casa. Entonces, lo que me ha dejado mi padre, ha sido la conciencia de lo que cuesta y el esfuerzo que hay que hacer para llegar a ser alguien. La de kilómetros que hay que hacer. Muchas veces, mi padre tenía que meter las manos en hielo porque las tenía destrozadas de tocar cinco horas en un festival. A mí eso me dio una fuerza muy grande para luego sacar a mi familia hacia adelante.
No es fácil vivir de la música...
¡Y yo ya se lo dije a mis hijas! Esto no es fácil, es una carrera de fondo. He visto de todo en mi vida, y mi carrera musical ha pasado por todos los colores: lo bueno y lo malo, pero estoy orgulloso de mí porque voy a cumplir 60 años y todavía estoy en la carretera y subido a los escenarios.
¿En qué momento está ahora?
Estoy en un momento buenísimo… Me quedan muchos años de pagar a Hacienda todavía, tienen que estar contentos (risas). Estoy muy contento porque todavía tengo muchas cosas que hacer. Quiero hacer un disco en directo, y otro con amigos y compañeros. También quiero hacer un documental hablando de la música gitana en Europa. Lo tengo todo escrito y hemos llamado a músicos rumanos, de Inglaterra, pero la cosa es que son gitanos y nos une la raza y la lengua, el romaní, y me hace ilusión. Me siento orgulloso de que se pueda ver la música gitana más de cerca y darle valor a nuestra cultura.
¿Cuándo lo veremos?
Primero quiero terminar mi disco, que lo tengo desde la pandemia, y luego iré acabando cositas. El documental me interesa mucho porque llevo mucho trabajando en él, pero como todo tiene su tiempo… Yo no soy un tío atacado, y sé que todo va a ver la luz, pero poco a poco.
¿Qué le parece que el flamenco se pueda impartir como asignatura en Andalucía?
Yo, agradecido de que se apueste por la cultura. Es un orgullo que se pueda conocer nuestra cultura y que los niños puedan conocer el mundo flamenco y gitano, que para conocerlo, es importante conocer nuestra cultura. Yo he crecido musicalmente porque no me quedé atrapado en lo mío, que era el flamenco, yo escuchaba también jazz o música de India, y todo eso enriquece. Todo lo que se pueda enseñar a los niños para que conozcan otras culturas, menos diferencia habrá. Será una cosa muy positiva para todo el mundo.
La música española está copando la escena internacional, y con tintes flamencos...
Raphael y Camilo Sesto atravesaron fronteras de todo el mundo, y todo eso está pasando otra vez, y me siento muy orgulloso porque está pasando con aroma flamenco. Cuando tú preguntas por España, te dicen: ‘flamenco’. Está muy bien que haya Rosalías y C. Tanganas porque llevan nuestra cultura de una manera muy bonita y lo hacen de puta madre.
¿Qué le queda por hacer? ¿Escalar el Everest?
(Risas) Los músicos escalamos el Everest cada día, por la intensidad y por cómo sobrevivimos al día a día. Hay veces que lo tenemos todo, y de repente nada. Yo he pasado mucho tiempo solo en mi estudio, y he perdido muchos amigos porque estaba todo el rato liado con la música. Eso sólo lo resiste mi mujer, mis hijos, mi madre… Ahora, lo que más me gustaría es que mi familia y que los que vengan detrás de mí agarren su sitio.
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