Estreno

Imperio, Aurora Bautista y la Rivelles, ellas sí eran estrellas

Amparo Rivelles
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Descanso tras el memorable estreno de «Così fan tutte», donde anoche faltó su director, el internacional Haneke, quien hoy seguro que recoge algún Oscar. El austriaco «evita poner el argumento en el programa para no advertir de sus intenciones», como si la segunda ópera de Mozart fuese desconocida. Fue la única del genio grabada con Caballé junto a Janet Baker e Ileana Cotrubas. Marcó una época, como los recientes Goya, una gala tan politizada como desmenuzada por los medios. Ya no sólo el vestuario prestado, sino que ahora zurran las reivindicaciones de algunos «fáciles desde su comodidad». No cabe llamarse a engaño: el malestar era esperable, el sector cinematográfico sigue siendo griterio reivindicativo y actuaron en magnífica orquestación, casi mejor que la del «Cosi».

En esta ocasión, hubo más brillo que arte del bueno, excepciones aparte. Contrastar los estilismos de hoy con los de antaño me hace añorar tiempos mejores: estrellas como Imperio, Amparo Rivelles –que esta semana retorna a su céntrico hogar de Gran Vía tras el susto que le encharcó los pulmones–, Aurora Bautista y Montiel componían un cuarteto insuperable. Las estrellitas actuales no les llegan ni a la suela y pienso en la entonces enigmática María Asquerino –Maruja–, la siempre llorona Lina Yegros, la belleza explosiva de Lina Rosales, el suave físico de Susana Canales o el reteñido de María Martón, la excentricidad indumentaria de Analía Gadé –tan bien vestida por Berhanyer–, el dramatismo de Nuria Espert, y ya no digamos la calidad de Maruchi Fresno o de Ana Mariscal. Marcaron época, mientras que lo actual deja bastante que desear, exceptuando a Ángela Molina, que cada vez recuerda más a Irene Papas con ese rostro de trágica sin remiendos. Me apenó verla en una segunda fila que no corresponde a su talento. Así es el cine y así son las circunstancias.

Nada nuevo digo si añado que Javier Bardem fue fiel a su desprecio a la Prensa española, argumentando que sólo habla «para las revistas profesionales». Detalle revelador: Álvaro Longoria, el productor del documental que ensalzaba la figura de Fidel, es íntimo de Bardem. Ahora se entiende: Dios los cría y ellos se juntan.