Política
Qué bueno es Sánchez: nos regala eslóganes frescos para iniciar curso
Comienza el curso escolar y el presi promete que la nuestra vacuna será el nuevo milagro español
Conviene empezar el curso con la mochila cargada de eslóganes que estimulen nuestra marcha entre picos y olas. ¿Qué importan, queridos niños, las variantes del virus o que la tortilla de patatas, por ejemplo, cueste un veinte por ciento más que hace ocho meses? Si somos buenos, Papá Noel Sánchez nos traerá una bajada de la luz a niveles de 2018, lo ha prometido, y nuestra vacuna será el nuevo milagro español. El presi ha estrenado mantra: «Recuperación justa», algo así como «la chispa de la vida» de Coca-Cola. Lo repetirá mucho en los próximos meses hasta que se lo aprenda todo dios, incluso los ministros podemitas de su Gobierno, que siempre les cuesta más. Como sus discursos no pueden constar de dos palabras, tiene en la nevera «recuperación social y económica», «recuperación de la vida normal», «recuperación de la agenda social», «que el crecimiento económico se traduzca en bienestar» y, principalmente, «que nadie se quede atrás». Prometerá que «recuperación justa» nos llevará a «El precio justo», «recuperación de la vida normal» a «Supervivientes» y «que nadie se quede atrás» a «Sálvame». Los eslóganes son su aliento vital y sus cuencos tibetanos, porque «Red Bull le da alas» y, sobre todo, «porque yo lo valgo». Además, Él es como Rexona, que «nunca te abandona». Acabará contándonos que «su secreto está en la masa». Todo se contagia: Aragonès le recibirá en la Mesa con un «Bienvenido a la república de tu casa». Ya dijo Maquiavelo que las palabras deben servir para ocultar los hechos, como cuando Yolanda Díaz llama «empleados públicos» a los que sacaron a la gente de Afganistán para evitar términos odiosos como Ejército o Fuerzas Armadas, que producen urticaria y no venden. El eslogan para este curso de Sara Carbonero es «Impermanente», adjetivo no admitido por la RAE que se ha tatuado en el brazo. Fugaz, efímero o pasajero le pareció poca cosa. Explica: «Todo en la vida es impermanencia, nada de lo que hoy gozas estará ahí mañana. Comprender la impermanencia nos libera». Él no está por la transitoriedad budista, como la Carbonero, sino por la permanencia en la Moncloa a piñón fijo. Como seguirá dándonos por ahí, habría que recordarle el «Póntelo, pónselo». Mejor con profilaxis.
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