Opinión
El diario de Amilibia: Cartas de amor a la ciudadanía
Que nos tome el pelo no me parece del todo mal, porque el país está muy necesitado de risas
Dice Feijóo que el golpe de efecto o la comedia o el «Love Story» del presi, Lázaro resucitado, es una tomadura de pelo total, como si el líder gallego intuyera o quisiera insinuar tangencialmente que entre las nuevas iniciativas regeneradoras del monclovita está pasar revista o pasar por la piedra a los bufones del país, creadores de camelos, burlas, chanzas y coñas marineras de diversa índole, pues nada molesta más al que se pitorrea de todos o al bromista achulado que otros le pisen la guasa, el cachondeito chirigotero. A mí, que nos tome el pelo no me parece del todo mal, porque el país está muy necesitado de risas y choteos varios, y sobre todo porque a este bufón le queda muy poco pelo, o sea, que más bien estoy pelón, aunque todavía puedo hacer un calvo mirando a la Moncloa o así.
Más: a mis oídos ha llegado una noticia de extraordinaria relevancia. Él, espoleado por el gran éxito de su carta a la ciudadanía, proyecta ahora su próximo libro: «Cartas de amor a la ciudadanía (y a la Bego)». El amor a la ciudadanía y a la Bego forman el corpus básico de su política, filosofía, sociología y teología, o sea, de toda su ciencia infusa, incluida la física cuántica que le permite estar vivo y muerto a la vez, como el gato de Schrödinger, en diversos mundos paralelos. Buscando inspiración, Irene Lozano, la negra oficial, ya está leyendo «Cartas de amor», de Neruda; «Cartas de amor», de Pessoa; «Cartas de amor de un sexagenario», de Delibes; «Cartas políticas», de Cicerón; «Cartas a un joven disidente», de Christopher Hitchens y, con especial atención, «Cartas marruecas», de José Cadalso, por aquello de «Pegasus» y sus aromas marroquíes.
Subtítulo posible: «Atención, que te escribe el puto amo».
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