Opinión
El diario de Amilibia: "Qué chupinazo, Apolo"
Antes de los nombramientos, conviene acudir presto y sin falta al Oráculo de Feministas Radicales Monclovitas, para que las deidades o musas del templo le informen con antelación sobre la probidad del elegido
El Apolo de la Moncloa no defrauda a los espectadores del circo nacional: designa a Paco Salazar, su otra mano derecha, como adjunto a la Secretaría de Organización del PSOE, y le sale rana: tiene que dimitir (o le dimiten) ante de tomar posesión por acusaciones de presunto acoso sexual. La racha que lleva el Apolo con sus manos derechas (Ábalos, Cerdán, Salazar) es como para ir a urgencias de la Jiménez Díaz para hacérselo mirar. No sé qué podrían decirle los neurólogos, pero García-Page debería haberle advertido en el Comité Federal de que, antes de los nombramientos, conviene acudir presto y sin falta al Oráculo de Feministas Radicales Monclovitas, para que las deidades o musas del templo le informen con antelación sobre la probidad del elegido, mayormente para evitar chascos: ningún maquillaje fúnebre o de capitán de barco puede tapar la cara de gilipollas que se le queda a uno ante un fiasco así.
Otra opción es acelerar los trámites para hacerse con la mano incorrupta de Santa Teresa, que tanta baraka le dio a Franco durante cuarenta años. La mano santa ayudaría mucho al Apolo en la elección de una mano derecha honesta y pura, ajena incluso al onanismo. Eso sí: hermeneutas sanchistas señalan que ha de abandonar ya la costumbre bíblica de que su mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Mis fuentes y manantiales comentan que el Apolo se ha interesado por un detector de mentiras que monitorizaría a los candidatos a cualquier cargo. Bolaños haría las pertinentes preguntas: ¿En alguna ocasión ha rozado, aunque sea involuntariamente, el culo de compañeras o compañeros? ¿Ha pagado por favores sexuales? ¿Ha cobrado por favores a empresarios?, etc. También se comenta que el Apolo piensa encargar a Conde-Pumpido y García Ortiz la selección previa de hombres justos. Un lince, oigan.