Opinión
El diario de Amilibia: La Yoli y los amores enfriados
"La idea radicaba en sustituir poco a poco a los diplomáticos, que tienden a la derechización del whisky y el canapé de caviar, por los/las que fueron coleguis y ya ni se hablan"
Enviar a los adversarios fuera, lejos, parece ser la estrategia de la Yoli. Contó Ione Belarra que la vicetiple segunda le ofreció la embajada de Chile para Irene Montero con el fin de que la ex ministra morada dejara de armarla, como si dijera «anda, hija, vete a Santiago con tu amigo Gabriel Boric a hacer allá la revolución trans, que aquí ya me tienes hasta la tabla de planchar y las raíces de mis bucles de oro». La idea radicaba, cuentan, en sustituir poco a poco a los diplomáticos, que tienden a la derechización del whisky y el canapé de caviar, por los/las que fueron coleguis y ya ni se hablan. No tienen ni idea de la cosa diplomática, pero, al fin y al cabo, ¿qué más da?
La idea no es original (el destierro es antiguo), pero anima al juego de las preguntas. Por ejemplo: ¿adónde le gustaría enviar a Pablo Iglesias, su antiguo protector, que la señaló como la futura primera presidenta de España? Quizá a Moscú, por si allí, merced a la «conexión rusa» de Puchi, consigue financiación para su tele. ¿Adónde a Ángela Rodríguez, alias Pam, ex secretario de Estado de Igualdad, tan cabreada siempre con las mujeres que prefieren la penetración a la masturbación? Sin duda, a Irán, para que trate de implantar allá la ley de «solo sí es sí» y llame a los ayatolás machistas y violadores. ¿Adónde a la Belarra, la chivata? Puede que a Gaza, para que en los túneles de Hamas aprenda a vivir en las catacumbas políticas.
Dice Morodo que el amor político de Pedro Sánchez y la Yoli se enfría. De llegar a criogenizarse, no tendrá continuidad su plan. Si pierde poder, no podrá mandar a sus enemigos/as ni siquiera a Waterloo en el maletero del coche. Y jamás podrá amnistiarlos.
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