Nueva era
Marina Berlusconi, la matriarca del 'clan' que dirigirá el imperio familiar
Un patrimonio inmobiliario inmenso, un imperio televisivo y un partido, Forza Italia, en caída libre, socio del Gobierno actual
Todos los lunes durante los últimos 30 años, Marina Berlusconi y su hermano Pier Silvio comían con su padre en su residencia de Arcore, a las afueras de Milán. Esta semana, sin embargo, no hubo ningún almuerzo. El lunes por la mañana, la mayor de los cinco hijos de Il Cavaliere recibió una llamada de la novia del magnate, Marta Fascina, advirtiéndole que su padre estaba en sus últimas horas. Toda la familia se precipitó al hospital donde permanecía ingresado desde el viernes, pero sólo el benjamín llegó a tiempo para despedirse.
La muerte de Silvio Berlusconi a los 86 años pilló por sorpresa a su familia, a pesar de que el político y empresario padecía una leucemia que le había llevado a entrar y salir del hospital en numerosas ocasiones, la última, hace sólo un par de meses. Un día después de su desaparición, los principales periódicos italianos publicaron una página con una foto y un breve texto dedicado a quien fuera el jefe de Gobierno más longevo en Italia desde el final de la Segundo Guerra Mundial: "Papá, gracias por la vida, gracias por el amor. Vivirás siempre dentro de nosotros".
Casi sin tiempo de guardar el luto, justo después de finalizar el funeral de Estado que el miércoles despidió al magnate en el Duomo de Milán, sus hijos regresaron al trabajo. "A partir de mañana, volveremos a ser una empresa viva, llena de energía y fuerza, como ha sido su vida", dijo sin poder contener la emoción Pier Silvio Berlusconi en un discurso a los trabajadores de Mediaset reunidos en uno de los estudios televisivos. Es seguramente lo mismo que habría hecho su padre.
Un patrimonio inmobiliario inmenso, un imperio televisivo y un partido en caída libre, Forza Italia, socio minoritario en el actual Gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni, es parte de la herencia que Silvio Berlusconi deja a sus cinco hijos.
Marina Berlusconi (56) está desde hace más de dos décadas al frente de Fininvest, el conglomerado empresarial que controla las principales compañías de la familia, entre otras, Mediaset, el grupo audiovisual que está en manos de su hermano Pier Silvio (53). Los dos son hijos de Berlusconi y su primera mujer, Carla Dall'Oglio, con quien mantuvo un discreto matrimonio que duró casi 20 años. Antes de que llegara la separación oficial, Il Cavaliere se unió a Verónica Lario, una desconocida actriz de la que se enamoró de forma fulminante al verla actuar en un teatro de su propiedad. 'El alegre cornudo', se llamaba la función. De esta relación nacieron Bárbara (39), Eleonora (37) y Luigi (35).
Los tres últimos vástagos del magnate no ocupan puestos ejecutivos, pero sí forman parte del consejo de administración de Fininvest --que en 2021 declaró un beneficio de 360 millones de euros--, además de controlar una cuota idéntica a sus hermanos mayores equivalente al 7,65% del accionariado. Los cinco deberán repartirse ahora una fortuna que asciende a más de 6.000 millones de euros. Pero en estos días todas las miradas están puestas en la primogénita, la matriarca del 'clan', que se perfila como la sucesora tras la desaparición de Berlusconi.
Discreta y elegante, siempre exquisitamente vestida, amante de la cirugía estética, trabajadora incansable... La única italiana entre las 50 mujeres más influyentes del mundo según la revista Forbes es prácticamente una desconocida en su propio país. En parte, dicen quienes la han tratado de cerca, se debe a su extrema timidez, herencia de su madre. Raramente concede entrevistas y si lo hace es para comentar el devenir del imperio familiar que se prepara a liderar con mano de hierro o para salir en defensa de su padre, que la consideraba su 'ojito' derecho.
En el tormentoso verano de 2009 no dudó en conceder una entrevista al 'Corriere della Sera' para tratar de defender el honor del entonces primer ministro de Italia, acorralado por sus fiestas con modelos y prostitutas, algunas menores de edad, que precipitaron el fin de su segundo matrimonio ese mismo año. "Lo que han intentado hacerle en estos meses ha sido indigno y vergonzoso. Todo esto me ha enseñado aún más la grandeza y la calidad humana de mi padre, y la enorme distancia entre él y quien ha intentado destruirle", afirmó.
Después de varios intentos frustrados de estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la universidad, su padre planeó para ella una formación 'doméstica' y la confió a Fedele Confaloniere, uno de sus más fieles colaboradores y quien mejor la conoce. "Es un martillo neumático", aseguró en una ocasión el 'tío Fede', como le llaman los cinco hermanos Berlusconi.
Con 25 años comenzó a asistir a las primeras reuniones de accionistas en las empresas de su padre. Siempre en silencio, sentada al final de la sala, escuchaba atentamente y cogía apuntes. En 1994, cuando Il Cavaliere ganó por primera vez las elecciones en Italia, comenzó su fulgurante carrera en el imperio empresarial de su progenitor, ya sin la protección de ningún padrino. Pocos tiempo después pasó a ocuparse también de la editorial Mondadori, que en la actualidad cuenta con casi 1.000 millones de facturación.
A diferencia de su padre, la vida sentimental de la primogénita del 'clan' nunca ha suscitado especial interés en la prensa sensacionalista. En 2008 se casó con el ex bailarín del Teatro della Scala, Maurizio Vanadia, con quien comparte su vida desde 2001. Fruto de esta relación nacieron Gabriele en 2002 y Silvio en 2004. La presencia de la pareja era habitual en la primera fila de los desfiles y los restaurantes de moda de Milán, pero en los últimos años es cada vez más difícil verles frecuentar las fiestas de la alta sociedad. Si algo la caracteriza es su discreción y sobriedad. De hecho, apenas derramó una lágrima en el funeral de su padre. Todo lo contrario que Marta Fascina, la última compañera sentimental de Il Cavaliere, con quien la hija del magnate se mostró especialmente cómplice durante la ceremonia y agarró de la mano para entrar en la catedral.
La diputada de 33 años con quien Silvio Berlusconi celebró una boda simbólica el año pasado ha conseguido afianzar su influencia dentro del partido y, lo que es más difícil, ser 'bendecida' por su hija mayor, algo que no logró en diez años la anterior pareja del magnate. Fue precisamente su 'viuda' quien precipitó recientemente el relevo de la dirección de Forza Italia, acabando con las aspiraciones de algunos miembros históricos. Un asalto al poder que habría sido imposible sin la complicidad de Marina, de quien se especula desde hace años con una inminente entrada en política. Un rumor que siempre ha desmentido, pero al que no cierra del todo las puertas. “Hoy no, mañana quién sabe”, declaró al 'Corriere della Sera' en 2014.
A pesar de su aparente frialdad, también ha protagonizado algún tropezón en su vida privada, por ejemplo, cuando unas fotografías en las que aparecía en evidente estado de embriaguez y con un pecho al descubierto salieron a la luz hace unos años. En esa ocasión, su padre no pudo evitar la publicación de las comprometidas imágenes, a diferencia de unos años antes, cuando pagó más de 20.000 euros para retirar unas instantáneas en las que aparecía su hija Bárbara con alguna copa de más a la salida de una discoteca milanesa.
Las dos hermanas son completamente distintas y la muerte del patriarca podría reabrir la guerra que durante años las mantuvo enfrentadas. La hija mayor de Verónica Lario no dudó en criticar públicamente la actitud de su padre tras salir a la luz los escándalos sexuales que hundieron la reputación del entonces primer ministro de Italia. "Un hombre político no puede permitirse las distinciones entre la vida pública y la privada. Los representantes políticos son escogidos para gobernar bien y para hacer prosperar a la comunidad. Se espera además que salvaguarden los valores de esa comunidad. En el mundo anglosajón, los hijos del primer ministro deben cerrar filas con el padre y mostrar unidad aunque solo sea de fachada. Yo, en cambio, me siento libre de decir lo que pienso", declaró a la revista Vanity Fair, enfureciendo a su hermana mayor y desatando una 'guerra civil' en Villa San Martino, la residencia oficial del político a las afueras de Milán y escenario de sus fiestas 'bunga bunga'. La relación entre las hermanas mejoró después de que Berlusconi y su segunda ex mujer llegaron a un acuerdo de divorcio tras años de enfrentamiento en los tribunales.
No existe certeza de su patrimonio personal, pero en 2008 la revista Forbes estimó su fortuna en 9,4 millones de dólares, una cifra que aumentará significativamente cuando se conozcan las últimas voluntades de su padre. Si el futuro de Forza Italia, el partido que Silvio Berlusconi fundó y lideró hasta sus últimos días sin nombrar un sucesor es incierto, todo apunta a que Il Cavaliere dejó bien cerrado su legado empresarial para evitar una guerra fratricida por la multimillonaria herencia.
Pier Silvio Berlusconi
Si Marina era el 'ojito' derecho de Silvio Berlusconi, su hermano Pier Silvio es su 'alter ego'. Un tiburón para los negocios, que en 1992 entró a trabajar en Publitalia, la concesionaria de publicidad del grupo Mediaset, y fue ascendiendo poco a poco hasta convertirse en vicepresidente. Con un físico esculpido a base de horas de gimnasio, 'Dudi', como le llaman en familia, mantuvo varios romances con modelos, actrices... hasta que en el año 2000 se cruzó en los pasillos de 'Canale 5' con Silvia Toffanin, una ex 'velina', actualmente presentadora de televisión, con quien tiene dos hijos, Lorenzo Mattia y Sofía Valentina. Hace unos años confirmó públicamente la existencia de otra hija, Lucrezia, hasta entonces desconocida, que tuvo con 19 años con una modelo italiana y que hace dos años le convirtió en abuelo de la pequeña Olivia.
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