Imperio
Mark Mateschitz, las nuevas «alas» de Red Bull
Se ha convertido en el millennial más rico del mundo con una fortuna de 32.000 millones y una empresa boyante
El pasado fin de semana la escudería Red Bull se convertía, por segundo año consecutivo, en Campeón del Mundo de Fórmula1 tras alzarse con los títulos de mejor escudería y mejor piloto. La alegría en el paddock era un sentimiento generalizado en el conjunto.
En el podio, el director del equipo Red Bull, Christian Horner, y su piloto estrella, Max Verstappen, celebraban con júbilo el éxito conseguido. A su lado se echaba en falta a Dietrich Mateschitz, jefe y mentor del equipo Red Bull Racing, fallecido en octubre del año pasado a consecuencia de un cáncer. La muerte de Dietrich, el hombre más rico de Austria y el número 51 en la lista de millonarios según la lista Forbes de 2022, dejó huérfanos al mundo de la Fórmula1 y al del deporte en general.
Su fortuna, como en muchos casos, provenía de una idea genial. Nacido en Austria, Mateschitz era vendedor de la empresa de bienes de consumo Procter & Gamble cuando descubrió Krating Daeng, la bebida que tiempo después se convertiría en Red Bull. Durante un viaje a Tailandia, Mateschitz se dio cuenta de que tomando esa bebida no sufría de jet lag. Convencido de la oportunidad de negocio, en 1984 se asoció al creador de la bebida, Chaleo Yoovidhya. Juntos hicieron algunos cambios en la receta original y desarrollaron durante tres años un plan estratégico de marketing.
La muerte de Dietrich a los 78 años de edad ha supuesto el relevo al frente de la compañía de la bebida energética más vendida del mundo. Desde hace unos meses emerge con fuerza la figura de su hijo, Mark Mateschitz, el joven austríaco de 31 años convertido en el rico heredero de las «alas» del imperio Red Bull, una empresa con 15.000 empleados, que vende 11.500 millones de latas en 175 países y factura más de 5.000 millones de euros anuales.
Siguiendo la estela de su padre, Mark acaba de heredar el 49 por ciento de la empresa, un porcentaje accionarial que le ha reportado ya pingües beneficios. Concretamente, el joven recibió un primer dividendo de 582 millones de euros, catapultándole al puesto 37 de las personas más ricas del planeta, según la lista Forbes. Hoy su fortuna supera los 32.000 millones y es el millennial más rico de Europa, además de la cuarta fortuna más joven del mundo, sólo por detrás del fundador de TikTok.
Alérgico a las fiestas
Como su padre, Mark no es un millonario al uso. El joven mantiene un perfil bajo y es alérgico a las fiestas, al postureo y la ostentación. Al contrario que su padre, muy presente en los circuitos de la Fórmula1, sus visitas son casi de puntillas en el box de la escudería y se limitan a desear suerte a los pilotos. Ya desde pequeño disfrutaba del anonimato como un bien preciado. Lo consiguió en parte gracias a que adoptó el apellido de su madre, la ex instructora de esquí Anita Gerhardter, que hoy dirige la fundación Wings for Life.
Antes de heredar la empresa era un trabajador más de Red Bull. Renunció a su puesto de director de productos orgánicos en Thalheimer Heilwasser GmbH, empresa fundada por él mismo –aunque perteneciente a Red Bull– y dedicada a la fabricación de cerveza y limonada.
A pesar de su juventud, el joven heredero del «toro rojo» es un hombre de negocios sobradamente preparado. Mark terminó sus estudios de administración y dirección de empresas en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Salzburgo. El hermetismo entorno a su figura le ha convertido en el soltero de oro más desconocido y a la vez más deseado del mundo. No existen apenas fotos suyas en internet y no se conoce mucho acerca de su persona, más allá de que sigue soltero y que no tiene hijos. Sobre su curriculum sentimental, apenas un rumor que le relacionó hace un tiempo con otra rica heredera, Victoria Swarovski. Novias no le van a faltar.
La cara más desconocida de esta bebida energética
Además del automovilismo, Dietrich Mateschitz asoció la marca con deportes extremos como el surf, el salto de acantilado, los deportes de invierno y el ciclismo de montaña. En todas ellas Red Bull se involucró como patrocinador en muchos de ellos. Además, la bebida amplió su mecenazgo al mundo del fútbol, comprando equipos en Salzburgo –la ciudad más cercana a la casa de Mateschitz, en Fuschl am See, en Austria– y Leipzig, en Alemania, así como el MetroStars de Nueva York. No conforme, también compró un equipo de fútbol en Campinas (Brasil), fundó un club en Ghana y adquirió un equipo de hockey sobre hielo en la localidad alemana de Múnich.
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