Cuidado de la piel
Así funciona la crema solar: SPF 50, 30 o 15, ¿protegen y duran lo mismo?
El factor de protección solar no tiene nada que ver con la capacidad de bronceado
El sol aporta multitud de beneficios a nuestro organismo. Es la principal fuente de vitamina D, el nutriente necesario para mantener los dientes sanos y los huesos fuertes; mejora la respuesta inmunológica al aumentar el número de glóbulos blancos, linfocitos y neutrófilos; e, incluso, hace que estemos más animados. Es muy importante que el sol incida sobre nuestra piel, pero hay que tener mucha precaución porque una exposición prolongada y sin la protección adecuada puede ser perjudicial para la salud.
En verano es cuando el sol es más peligroso. No son solo las quemaduras o el enrojecimiento de la piel; la exposición a la radiación UV provoca un envejecimiento prematuro de la piel y aumenta el riesgo de padecer cáncer. Los riesgos del sol afectan a todos los tipos de piel, independientemente de si es más clara o más oscura. Lo mejor para prevenir posibles daños es evitar la exposición solar durante las horas centrales del día y utilizar protección, también bajo la mascarilla.
¿Una crema con protección baja consigue un bronceado más rápido?
Es imprescindible saber elegir la protección que necesita nuestra piel. Durante los primeros días de verano, es recomendable utilizar cremas con un SPF (factor de protección solar) elevado. Ahora bien, conseguir un buen bronceado en verano es algo que muchas personas desean y provoca la falsa idea de que una crema con un SPF bajo hace que el ansiado tono de piel moreno llegue antes.
¿Qué es el SPF y cómo funciona?
El factor de protección solar, que aparece en el recipiente representado por un número que suele ser 50+, 30 o 15, no tienen nada que ver con el bronceado de la piel. En realidad, lo que indica es la capacidad de protección de la crema frente a la radación UVB. Ese valor actúa como un multiplicador que nos dice el tiempo que nuestra piel está a salvo de los efectos dañinos del sol, que depederá de cada persona. Por ejemplo, una persona cuya piel sin protector aguanta 10 minutos sin quemarse, con una crema SPF 50 tardaría 500 minutos. En cualquier caso, los expertos recomiendan aplicar la crema solar cada dos horas, después de bañarse y tras practicar deporte.
Tipos de protección:
- Baja: SPF 6-10
- Media: SPF 15-25
- Alta: SPF 30-50
- Muy alta: SPF 50+
Todas las pieles deben protegerse del sol aunque algunas sean más sensibles que otras. Lo ideal es utilizar una crema solar que cuente con un SPF 15, como mínimo.
¿El SPF es lo único que importa?
El SPF muestra la protección frente a los rayos UVB, que son los que causan las quemaduras. Sin embargo, no es la única radiación que emite el sol, por lo que hay que fijarse en que la crema bloquee los rayos UVA, que provocan el envejecimiento de la piel y también suponen un factor de riesgo para el desarrollo del cáncer de piel.
Si en el bote aparecen las letras UVA rodeadas por un círculo significa que la protección es, como mínimo, un tercio del SPF. Es decir, si la crema es de factor 30 para los rayos UVB, tendrá una protección UVA de 10.
Otro tipo de radiación solar a tener en cuenta es la infrarroja. Su longitud de onda es mayor y hace que llegue a las capas más profundas de la piel, provocando la pérdida de colágeno y elastina. Es la que hace que la piel se deshidrate.
Cuidado con la crema solar del año pasado
Las cremas solares no caducan, ¿o sí? Hay que tener especial cuidado con los protectores de años anteriores, ya que pueden generar una falsa sensación de seguridad. En todos los productos cosméticos aparece un símbolo llamado PAO (del inglés ‘Period After Opening’) junto a la lista de ingredientes y recomendaciones de uso. El gráfico representa un bote abierto con un código formado por un número y la letra ‘M’. Este símbolo indica la vida útil del producto una vez abierto y, en el caso de los protectores solares, suele oscilar entre los 6 y los 12 meses.
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