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Una infancia perdida por José Miguel Gaona

La Razón
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La personalidad no es otra cosa que un conjunto dinámico de características interiores que se relacionan con el medio ambiente y que va evolucionando a lo largo del devenir vital. ¿Cómo se han desarrollado dichas «características interiores» en el caso de Miguel Carcaño? En primer lugar, es probable que la ausencia de una figura masculina haya sido primordial a la hora de no haber conocido, en su infancia, unos límites de comportamiento establecidos con claridad. Puede que, a algunos les suene muy clásico, pero no hay mejor manera de crecer y desarrollar una personalidad sana que con un padre y una madre que asuman sus respectivos roles, cosa que a Miguel le fue negado. Pocos años después comenzó a robar automóviles, claro delito contra la propiedad que podría resultarnos anecdótico si no fuera porque no eran otra cosa que los pasos previos a los acontecimientos que nos ocupan hoy en día. Por aquel entonces también se dedicó a quemar los buzones de los vecinos en venganza por alguna discrepancia de mera convivencia.

Un joven sin control
Una vez más, las consecuencias para Miguel Carcaño no fueron proporcionales a su conducta librándose prácticamente de condenas conformes a los desaguisados cometidos. Más aún, en algunas de sus confesiones se autocalifica de mero «gamberrillo» por aquellos sucesos. Finalmente, tenemos a un Miguel Carcaño inseguro, promotor de noviazgos con chicas mucho menores con objeto de ser admirado y de asumir el control de la relación y con una incontinencia grave de control de su conducta: «quiero hacerlo y lo hago» así como un bajo umbral a la frustración. Una persona capaz de montar en cólera al verse abandonado por una mujer o ante cualquier otra situación adversa. Una verdadera bomba de relojería. En fin, hay muchos Migueles Carcaños entre nosotros. ¿A cuántos hemos sabido reconducirles cuando eran unos simples «gamberrillos»?

José Miguel Gaona
Psiquiatra