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Benedicto XVI

El Papa de los laicos por Josep MIRÓ I AREVOL

La Razón La Razón

Juan Pablo II manifestó en unos términos fuera de lo común la fuerza de la fe y su articulación con la razón; de la acción y la oración. Es un ejemplo vivo de cómo aquellas aparentes antinomias son manifestaciones de las dimensiones humanas que alcanzan su plenitud, no cuando se contraponen sino cuando se unen: rezar, pensar y actuar. Y bajo esas tres dimensiones, Juan Pablo II es el Papa que en mayor medida situó el papel del laico en la Iglesia y en el mundo. Su concepción, contenida en la exhortación apostólica «Christifideles Laici», y su acción de gobierno han establecido un antes y un después sobre el papel de los laicos. Por encima de muchas reservas, él reconoce realmente su autonomía, de manera que los movimientos eclesiales se desarrollan o surgen con fuerza durante su notificado. Es un renacimiento que señala una nueva fase histórica. La transformación que impulsó es tan grande que la Iglesia tiene todavía una gran tarea pendiente para asumir con plenitud el papel de los laicos en su seno. En esa ocupación por el laicado merece subrayarse su atenta mirada a la importancia de los cristianos en la política democrática, una senda que Benedicto XVI, como en otros tantos aspectos, quizás surgido en el pasado de la reflexión compartida, es un exacto continuador. Para ambos papas la política debe constituir para el cristiano un compromiso inexcusable, entendido como una alta manifestación de la caridad, del amor. Como un acto de donación y no de posesión.


Josep Miró i Ardèvol
Presidente de E-Cristians y miembro del Pontificio Consejo de Laicos