Australia

Kate Moss al desnudo

El chapuzón del verano, desde el barco de unos amigos y en top-less. La modelo que más escándalos ha protagonizado disfruta con su familia del verano en Saint Tropez.

Foto: Gtres
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Una mujer rubia en un yate en Saint Tropez, sin cigarrillos que encender, rodeada de niños y con un sucinto vestido verde puede pasar desapercibida. En un primer momento, sí. La revelación llega cuando se despoja de las gafas de sol, grandes y a la moda, y del vestido y descubrimos que tras el top-less se dibuja la figura de Kate Moss. La modelo parece disfrutar de una jornada playera, salta al agua, sube al barco y se seca y, ya en tierra firme, disfruta por las calles de la localidad francesa, ajena a las miradas y sin soltar de la mano a los pequeños. Su actitud es totalmente relajada. ¿Realmente su reciente boda con Jamie Hint la ha cambiado? Con 37 años, la modelo británica vuelve a estar en la cresta de la ola (chapuzón, al menos, no le falta, a juzgar por las imágenes). El pasado 1 de julio contrajo matrimonio con el guitarrista de The Kills en el condado de Costwolds en Inglaterra, en un enlace que costó 500.000 libras (573.000 euros) y al que asistieron Naomi Campbell, Bryan Ferri, Anna Wintour y el actor Jude Law, entre otros. La boda, precedida de infinidad de fiestas donde corrió el alcohol durante varios días, parece que encajaba con la personalidad de la modelo más controvertida de las pasarelas. Ambos se conocieron en el «backstage» después de un concierto en 2007. Tras sus momentos de peleas y crisis –ella incluso llegó a tirar las maletas de él por la ventana–, parece que el músico, de 40 años, es el indicado para apaciguar a la fiera. Las imágenes, después de su luna de miel en Australia, sin su marido y ejerciendo de madraza de su hija Lila y de los niños de varios amigos parece que confirman que, a pesar de sus cíclicos top-less, ha iniciado una nueva etapa en su vida.


Negocio viento en popa
Aunque las fotografías, como explica el paparazzi Diego Arrabal a LA RAZÓN, no han costado las cifras astronómicas a que pudieron cotizarse tiempo atrás: «Ella gusta mucho porque da bastante juego, no es el típico personaje de tumbona, y es un icono para las revistas de moda. Pero se han convertido con el tiempo en fotos típicas». Puede que por ser la primera foto del año venda, pero «ya no es la gran exclusiva», matiza. Sin embargo, el negocio Kate Moss va viento en popa. El año que viene se prevé que nos sorprenda con una joya en forma de libro. ¿Publicará la británica su primera novela? No, verá la luz un libro sobre su vida. Virgins Books y Moss podrían haber llegado a un acuerdo, por la nada desdeñable cifra de un millón de euros, para que ella escriba su autobiografía. La supermodelo habría sido animada por su actual marido para contar su ajetreada vida, plagada de escándalos, como sus coqueteos con la cocaína puestos al descubiertosen la portada del «Daily Mirror» en 2007, así como también sus relaciones sentimentales con el actor Johnny Depp, Peter Doherty –su etapa más negra–, o el padre de su hija, el periodista Jefferson Hack. Y no es para menos, porque su vida podría dar para toda una colección de volúmenes ya que lleva en el mundo de la moda más de 23 años, desde que en 1988 fue descubierta en el aeropuerto JFK.

¿Cómo puede llegar a lo más alto (aunque también se haya estrellado de bruces contra el suelo) una top model con esa belleza imperfecta de la que tanto se ha escrito y una altura de 1.68? La respuesta la dio en su momento el artista Alex Katz, uno de los últimos supervivientes del pop: «Ella es completamente ordinaria. Eso es lo que la hace extraordinaria». Es, en resumen, una muchacha que puede parecer nuestra vecina de al lado, sólo que nunca lo será. Esa vulgaridad que rompió con los cánones de las modelos del momento, estereotipadas y casi clonadas, marcaría a fuego su diferencia en el mundo de las pasarelas.

El que contrata a Kate Moss tiene aseguradas dos cosas: éxito de la colección de moda que represente o adopte, y escándalo y relevancia mediática. Con esa apariencia de niña perdida se convirtió en representativa de una juventud rebelde que congeniaba con sus altercados y su aparente apatía. Fue, para algunos, la culpable del cambio de la modelo al maniquí. Y marcó una época con su «confortable imperfección», que no la arredró de posar desnuda en multitud de campañas con tan sólo unas pulseras. Su impacto social incluso generó un estudio del sociólogo francés Christian Salmon llamado «Kate Moss Machine». El autor destaca a la modelo como «símbolo de transgresión» e incluso como imagen para muchas jóvenes.

Cuando aseguró el año pasado que su vida nocturna de desenfreno llegaba a su fin, nadie la creyó, y más, después de que vieran la luz unas fotos en agosto de 2010 en las que abandonaba en estado de ebriedad un pub londinense. Las imágenes en Saint Tropez son radicalmente distintas: la madraza no pierde detalle de sus hijos. Tiempo al tiempo.



«Ad girl»

GRANDES FIRMAS, POCA ROPA
Diseña y modela para marcas como Longchamp, Topshop o Vogue Eyewear, y ha sido imagen de las mejores firmas del mundo, entre las que se cuentan Dior, Chanel, Versace, Gucci, Bulgari e Yves Saint Laurent. Tras protagonizar la campaña de la marca italiana Liu Jo (en la que remeda la que realizó veinte años atrás para Clavin Klein, también sin camiseta) y de la joyera David Yurman, la modelo londinense cruza el Canal de la Mancha para convertirse en la estrella de la barcelonesa Mango. El fotógrafo de moda Mario Testino dice de ella que es «la modelo más elegante de nuestro tiempo». Desde la imagen añinada de sus primeras campañas a la agresiva y sexy de las últimas pasando por sus acostumbrados desnudos y estudiados cambios de look: nadie le quita el pódium. Hay Kate para rato.


LAS ETERNAS «TOPS» DE LOS 90
Por ellas no pasa el tiempo, al contrario, mejoran con los años. El selecto club de las «top» que pisaron con fuerza la pasarela en los 90 consiguió desbancar incluso a las actrices del momento. Madres hoy, empresarias (poseen firmas de ropa interior y son socias de exitosos cafés), incluso alguna de ellas con una fugaz carrera en el cine, no han conseguido ser eclipsadas. Cindy Crawford (ella solita ha sido portada de más de 600 revistas de todo el planeta), Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Elle MacPherson (quien recibió el sobrenombre de «el cuerpo») y Tyra Banks (dedicada desde 2005, año en que se bajó de la pasarela, al mundo de la televisión) son algunas de estas reinas. Todas ellas (a excepción de Banks) han pasado ya de los cuarenta.