Sevilla

En Sanlúcar el Guadiana es un puente que une a España con Portugal

La legendaria «raia» lusa, en paralelo al río que marca el límite, hay localidades tan desconocidas como bellas. En las dos orillas y sin distinción de nacionalidad 

En Sanlúcar el Guadiana es un puente que une a España con Portugal
En Sanlúcar el Guadiana es un puente que une a España con Portugallarazon

A caso eclipsada por la enorme fama y belleza del paisaje de Sanlúcar de Barrameda, la villa de Sanlúcar de Guadiana, en el extremo occidental de la provincia de Huelva, en la comarca del Andévalo, es dueña de una historia, y unos parajes bañados por la margen izquierda del río Guadiana, tan atractivos e insólitos como aquella en la que desemboca el Río Grande, el Guadalquivir. Fueron precisamente Los Guzmanes, señores de Sanlúcar de Barrameda, los que bautizaron este enclave cuyo origen se remonta al reino de Taifa de Niebla aunque no es hasta el siglo XII cuando Sancho II de Portugal conquista estas tierras a los musulmanes y manda construir un castillo, el de San Marcos, que hoy custodia este pueblo blanco, que se despliega por una suave colina en poco más de cien metros cuadrados.

Dos pueblos enfrenados
En su falda, salpicada de antiguos molinos, se asientan casas blancas, luminosas, encaladas, testigos de vidas sencillas, las que desarrollan los poco más de 400 habitantes que tienen en la Iglesia de Santa María de las Flores, del siglo XVI, el refugio espiritual de este pueblo ribereño. Intrincadas cuestas, un coqueto puerto fluvial (que antaño vivió un intenso comercio río arriba), los cañaverales de las riberas, campos en los que pacen rebaños de ovejas y las piaras de cerdos que tanto han dado a esta tierra: todo esto encuentra el visitante que llega Sanlúcar de Guadiana, que no olvidará nunca la estampa, inesperada, casi como si presenciara una enorme postal, si hace el recorrido hasta el pueblo barco arriba desde la desembocadura.

Es Alcoutím, villa portuguesa -de unos 3.000 habitantes-, una suerte de reflejo sólo separado por el cauce del río con la que Sanlúcar no siempre ha tenido buenas relaciones. Crónicas de duelos de artillerías, de saqueos y robos por parte de los portugueses dan fe de que entre estas dos poblaciones hubo más que simples barreras administrativas. Aparte del pintoresco enlace diario que realiza el barquero portugués (al que hay que llamar por teléfono para que cruce al visitante), a estas dos poblaciones les une mucho más de lo que las separaba antaño. Sobre todo, el interés común de potenciar el último tramo del Guadiana como uno de los marcos más cautivadores del sur de la Península Ibérica.

Sanlúcar de Guadiana comenzó a ejecutar el pasado verano un importante proyecto de playa fluvial con el que los vecinos esperan darle un empujón a la economía del pueblo, que, hasta hace poco se basaba en la agricultura de secano y la ganadería, y que gracias a un encanto natural y genuino de esos rincones cuenta con un goteo constante de turistas durante todo el año. El lugar que la albergará, en el estero del barranco, es donde antaño se bañaban los críos siempre temerosos de la fuerza de la corriente y las crecidas de un río que tuvo su peor consecuencia en 1823, cuando el agua se tragó un centenar de modestas casitas. Hoy ese cauce es uno de los recreos preferidos para los descensos en piragua o para recorrerlo en embarcaciones, privadas o turísticas.

Desde la costa, se puede subir el Guadiana en un paseo por parajes vírgenes, de monte bajo, poblados de manera desigual por encinas y olivares, su cauce traza la frontera entre España y Portugal, en un recorrido que en otro tiempo fue ruta habitual para el contrabando. Ahora, se trafica con una rica gastronomía que viaja en sus recetas por los olores y sabores de ambas orillas, desde las caldeiradas, arroces y pescados portugueses al sabor de la tierra onubense, donde destacan sus guisos de gurumelos, las habas enzapatás y las migas, platos que robarán protagonismo en la mesa a todas las delicias que nacen del cerdo ibérico, emblema de la provincia. Un enclave único que conviene visitar antes de que el turismo masivo lo conquiste.

 

La chacina es la reina
l Para comer
La oferta es escasa pero deliciosa y como suele pasar en esta zona, la chacina es la estrella de la mesa, pero también los pescados, arroces y guisos. Casa Guabibi, ofrece una rica selección de tapas andaluzas y árabes en un espacio que hace las veces, en ocasiones, de galería pictórica.
l Para dormir
La Alberca es un delicioso hotelito situado en el centro de Sanlícar de Guadiana que está provisto de magníficas instalaciones con una cocina deliciosa. No es un tópico: el lujo y la sencillez son compatibles.