Bruselas

El PP promete 35 millones de empleos con ayudas a las empresas

El PP siempre ha presumido de que en las dos legislaturas del Gobierno de José María Aznar se crearon 5 millones de puestos de trabajo. Ahora se ve capaz de crear hasta 3,5 millones de empleos en una sola Legislatura. ¿La fórmula? Con incentivos fiscales para empresas –especialmente pymes, autónomos y emprendedores–, que glosarán en el programa que vestirán de largo en este apartado en la cumbre que celebrarán este fin de semana en Canarias.

 
 larazon

Y con el complemento de una reforma tributaria global que «revise» el funcionamiento de los grandes impuestos –como el de Sociedades–, y que sirva «para hacer más equitativo el reparto de cargas y para ir al corazón del problema», es decir, para aliviar la escasez de crédito.

Incentivar el crecimiento
Para conseguir esos 3,5 millones de nuevos puestos de trabajo harán falta, según precisó ayer el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, un nuevo millón de empresarios. «Y para conseguirlos hay que facilitar fiscalmente la creación de empresas y la emancipación de los autónomos. Y hay que redistribuir cargas para que, sin aumentarlas, se incentive el crecimiento», dijo.

En ese «sin aumentarlas» está el eje de la diferenciación que el PP quiere hacer entre su modelo impositivo y el que plantea el PSOE. A costa, eso sí, de silenciar las voces internas que sostienen que a corto plazo la necesidad de financiación y el «auxilio» del BCE y de Bruselas obligarán a asumir algún tipo de subida impositiva. Y a costa de aferrarse al que ha sido su argumentario en esta materia durante toda la legislatura. Eso implica que renuncian a aumentar la presión fiscal a los ricos –«los ricos lo que tienen que hacer es invertir y crear empleo»– y renuncian también a recuperar el Impuesto del Patrimonio, –aunque no se cansan de repetir que han sido los socialistas, y no ellos, quienes lo han suprimido–. «Ya estamos viendo en otros países, como Grecia que subir los impuestos sólo trae más crisis económica y más recesión», explican. Aun así, la dirección popular ha rebajado las expectativas de su discurso para acoplarse a un escenario internacional en el que a los países intervenidos se les está exigiendo que sigan el camino contrario al que dice su doctrina y en el que, además, el contexto doméstico y externo no deja de empeorar. Pero en su mensaje sigue sin tener cabida la idea de la «subida» impositiva. Ellos hablan de «reorganización fiscal» y ése es el principio inspirador del programa electoral.

Entre las iniciativas que manejan está la de establecer mecanismos para que las empresas no tengan que anticipar financiación al Estado hasta que no hayan cobrado sus ingresos. O dicho de otra forma, que dejen de pagar las facturas del IVA que no han cobrado, en línea con la propuesta que han defendido en el Congreso. La reforma fiscal global que propugnan tendrá como complemento un Plan de Inspección de la Agencia Tributaria y de Trabajo para hacer aflorar el fraude oculto.

González Pons presentó las próximas generales como una elección entre el «cambio que representa el PP y la continuidad de Rubalcaba». Y defendió, asimismo, que la obligación de su partido es «no defraudar a los españoles y ofrecerles un cambio creíble y realista».


El mapa de la mayoría absoluta
El PP ha elaborado el mapa de «prioridades» electorales en el que aparecen las comunidades (Andalucía y Cataluña) y la treintena de provincias en las que están en juego los escaños de los que creen que depende su mayoría absoluta. Ayer la dirección exigió a las organizaciones regionales que su estrategia sea «moderada y de centro». La fidelidad de su electorado la elevan al 90 por ciento. Rajoy ha pedido «austeridad, transparencia y propuestas creíbles».