Fútbol

Almería

Resplandece Benzema

Dos tantos de Benzema, más jugador desde la llegada de Adebayor, rubricaron la victoria madridista ante el Hércules, visitante facilón que apenas incomodó a Casillas. Su sequía goleadora lejos del Rico Pérez no es casual. El Madrid se mantiene firme e inaccesible como el Barça; pero en el segundo puesto de la Liga.

Benzema, perseguido por Özil y Adebayor, celebra un golBenzema, perseguido por Özil y Adebayor, celebra un gol
Benzema, perseguido por Özil y Adebayor, celebra un golBenzema, perseguido por Özil y Adebayor, celebra un gollarazon

Olympique de Lyon, miércoles. Xabi Alonso y Pepe, reservas. En la pizarra, Granero lleva el peso del equipo, junto a Lass. Sobre el terreno, la luz es Özil; y Di María, un látigo. Benzema juega y Adebayor abre huecos. Al final del primer tiempo, Casillas es, junto a Benzema, autor del gol, el mejor del Madrid, el más seguro, la garantía de que la gente de Esteban tampoco iba a tener una cita agradable con la red del Bernabéu.

El Hércules, con más ambición y más fútbol que el Málaga, pensó en lo que tenía delante, en que podía sonar la flauta, como en el Camp Nou, y pisó el césped sin pensar en Osasuna. Al Hércules le ha dotado Esteban de un patrón. Huye del pelotazo, procura defender con orden, contraataca con velocidad y saca la pelota con criterio, sin pelotazos ni prisas. Pero sólo ha metido tres goles en Liga fuera de su casa, dos al Barça y uno en Almería. Es tan capaz de llegar arriba como incapaz de hacerle un tanto al arcoiris. Además, topó con Casillas, que intervino más que Calatayud, y con más acierto, en los 45 minutos primeros. Portillo hizo dos ensayos, sin fe; y el cancerbero blanco se esmeró para despejar sendos disparos de Thomert y de Kiko.

Cinco veces tiró a puerta el Hércules y no encontró hueco. De dos lanzamientos del Madrid, el de Benzema terminó dentro. Fue la jugada más vistosa del partido. Özil vio uno de esos huecos que parece que sólo aprecia Xavi (Hernández) y metió el balón para que Arbeloa aprovechara el nacimiento de la jugada con un centro al pie de Benzema, perfectamente colocado y desmarcado, y listo en el remate. El 1-0, inobjetable.

Hubo cuatro minutos después, en el 28, otro centro de Arbeloa que cabeceó Adebayor para que se luciera Calatayud. La superioridad del Madrid se sostenía por la inutilidad ofensiva del Hércules fuera de casa. Aunque en el centro de la zaga no aparecieran ni Pepe ni Carvalho –no desentonaron ni Ramos ni Albiol–, batir a Casillas no parecía posible. Las ausencias de Tote y, sobre todo, de Trezeguet restan valor a la delantera herculina. Tampoco jugó Valdez, semilesionado en el banquillo, hasta el minuto 66, cuando ya todo estaba perdido. De ahí lo infructuoso de los esfuerzos de Farinós. Lo que hubiese dado éste por tener cerca a Mendieta, a Ilie o al «Piojo»...

Consciente de que jugaba con fuego y sin Ronaldo, otra vez, Mourinho recolocó al equipo tras el descanso y recuperó el dibujo 4-2-3-1. Granero se retrasó, más próximo a Lass; y Benzema partía desde la banda izquierda. El Hércules desapareció, Adebayor, en fuera de juego, chutó contra el larguero y Karim empezó a fabricarse el segundo. En los minutos 53 y 54 Calatayud le adivinó los disparos y los despejó; el del minuto 56 no lo atajó. Benzema aprovechó un error de Juanra, se internó, sentó a Paz y tiró con todas sus fuerzas y casi sin ángulo al segundo palo. Golazo.

Dos cero, tranquilidad, casi los tres puntos. De nuevo Mourinho pensó en el miércoles y retiró a Di María para que entrara Khedira; luego Alonso relevó a Granero. Valdez suplió a Tiago y Cristian a Portillo. Hasta ahí el partido había sido de guante blanco, ni una mala falta. Prosiguió igual, con Morata y Canales en la banda; calentaban a la espera de un detalle de su entrenador, que lo tuvo con el cántabro.

El Bernabéu aplaudió el cambio de Canales por Özil; con el partido ganado, plácido, respaldó las decisiones de su técnico, autor de otra frase gloriosa –«Inglaterra siempre representará el futuro para mí»– horas después de recibir el apoyo total, completo, absoluto y determinante de Florentino Pérez, quien, por la mañana, frente al senado madridista, declaró palabra de ley todo lo que dice «Mou». Ni uno solo de sus antecesores recibió respaldo semejante del presidente. El madridismo, me consta, lo ha agradecido. Con la palabra, el portugués se parte la cara por el equipo que le paga, como hizo antes en Inglaterra con el Chelsea o en Italia con el Inter. Sólo tiene un discurso, su interés, que coincide con el del Madrid. Las formas son lo de menos; el mensaje, lo de más. Y si su realidad armoniza con una victoria tan relativamente sencilla como ésta, miel sobre hojuelas.


Florentino da la razón a «Mou»
Se quejaba Mourinho de que en el club nadie alzaba la voz contra algunas decisiones arbitrales o del calendario, y ayer el técnico recibió una ración de apoyo de quien más la esperaba, del presidente. Florentino Pérez, que no es ajeno de hasta qué punto está la afición con Mourinho, cargó de razones al portugués en el fondo de sus quejas, aunque no habló de las formas.

«Defender al Real Madrid de lo que creemos que es injusto, irregular y arbitrario también es madridismo, y eso es precisamente lo que hace nuestro entrenador», recoge la página web del club de su discurso durante la entrega de insignias a los socios que cumplían 25, 50 (entre ellos, el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetsky) y 60 años de vinculación con el club. «Señorío es reconocer los méritos y victorias del adversario, pero también reconocer lo que es injusto y denunciar esas acciones irregulares», añadió.