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Multitudinario recibimiento al líder de los islamistas de Túnez

El histórico líder islámico tunecino Rachid Gannuchi regresó ayer a Túnez tras dos décadas de exilio, donde fue recibido por varios miles de seguidores enfervorizados.

Gannuchi, protegido por sus seguidores al aterrizar ayer en Túnez
Gannuchi, protegido por sus seguidores al aterrizar ayer en Túnezlarazon

Al grito de «El pueblo es musulmán y no se rinde» o «No hay más Dios que Alá y Alá es grande», las más de dos mil personas concentradas en la sala de llegadas del aeropuerto internacional de Túnez se abalanzaron para saludar al dirigente, que salió del aeropuerto protegido por varias decenas de sus seguidores. Varias jóvenes, sin embargo, le recibieron con pancartas de protesta.

«Hoy vuelve Gannuchi a su pueblo, a su país, para ver cumplidos sus derechos políticos», dijo a Efe Mohamed al Behiri, miembro del comité ejecutivo del movimiento Al Nahda (Renacimiento en árabe), del que Gannuchi es su máximo dirigente. «La presencia hoy de Gannuchi es una muestra de la libertad y de que todos los tunecinos, sin excepción, gozan de libertad», añadió, antes de subrayar que «lo que hoy ha ocurrido era impensable antes del 14 de enero», en referencia a la huida del país del presidente Ben Ali tras un mes de protestas populares.

El retorno de Gannuchi, tras un exilio de 21 años, supone el fin del mito del «enemigo integrista» que forjó el depuesto presidente Ben Ali y afianza la credibilidad de la transición tunecina.

El abogado islamista Samir Dilou aseguraba ayer que «las prioridades de An Nahda son ahora reorganizar nuevas estructuras y el reparto de las responsabilidades entre los dirigentes» porque «después de los años exiliados o pasados en prisión muchos están cansados y vamos a dejar paso a caras nuevas, más jóvenes y dinámicas, que centrarán sus actividades en la ayuda social».

Además de An Nahda, en el espectro del islamismo tunecino hay otros actores. Unos siguen la doctrina y las prácticas salafíes, caracterizadas por su rigor islámico, mientras que otros, más alejados de la política como Al Dawa, aplican el proselitismo para reincorporar al islam a jóvenes marginados a través de seminarios y cursillos.