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Aires frescos

La Razón
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Esta semana se incorpora Antonio Moral a sus nuevas funciones como responsable del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), que engloba al Auditorio Nacional, el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea (CDMC) y el Centro de las Artes Escénicas y de las Músicas Históricas con sede en León (CNMH). Parece mucho, pero no es tanto. El Auditorio apenas podrá contar con un millón de euros para la programación propia por la que tan ingenuamente abogó Juan Carlos Marset desde el Inaem y sólo podrá mover funcionarios. Del CDMC se ha desgajado el Festival de Música Contemporánea de Alicante, que seguirá llevando Fernández Guerra, hasta ahora director de ambos. Por su parte el CNMH aún está muy verde y prácticamente la labor en él se reduce a la organización de conferencias y seminarios.

Al menos Moral podrá poner orden en el despropósito que ha venido siendo el Auditorio desde la destitución de Isabel Vázquez –«otros vendrán que buena me harán»–, a la que sucedió Cristina Thomas, a quien nunca tuve el gusto de conocer a pesar de ir casi a diario al Auditorio.

Tanta dedicación debió prestar. Últimamente, una ristra incomprensible, ineficiente y costosa de cargos administrativos –Caracuel, Martínez, Veiga, López López, Clavero, etc.- que afortunadamente ya se ha visto reducida con ceses sucesivos. ¿Volverá López López a París? ¿Dónde pensará grabar sus obras? ¿A qué primeros intérpretes mostrará sus partituras? También ha tenido que ser disuelto un Consejo Artístico que sólo sirvió para nombrar responsables a través de concurso a quienes ya se tenía señalados de antemano.

Esperemos que no vuelvan los funcionamientos militaristas, los empujones a los artistas para que se diesen prisa en salir a saludar, los apagones de luces para cortar ensayos, los usos personales de lo público, la caza de brujas buscando responsables de supuestas filtraciones… Al menos Moral conoce la casa desde su creación y no hay que dudar de su honestidad y sentido común. Suerte.