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El respiro

La Razón
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E l 22 de diciembre de 1999 cayó el «Gordo» en el Atlético. El juez Manuel García Castellón ordenó la intervención judicial del club, Jesús Gil fue desterrado y Luis Manuel Rubí Blanc, nombrado administrador único. Pese a su absoluta ignorancia en lides balompédicas, le cogió gusto a la poltrona. Con el equipo en trance de descenso, asistió a una reunión en la que dos personajes muy vinculados al deporte, uno madridista confeso –el de los cuartos– y otro rojiblanco hasta las trancas, le propusieron adquirirlo antes de que la ruina fuera completa. Rubí estuvo de acuerdo en la venta y sólo puso una condición, permanecer él en el club con el cargo de director general. Sorprendió su petición, pero fue asumida con una condición, que se mantuviera lo más alejado posible de la parcela deportiva. Aceptó... Sólo unas horas después despidió a Claudio Ranieri. Su osadía dejó perplejos a los compradores, quienes, al conocer la noticia, plantaron al administrador y, lo más grave, al pobre Atlético. Desde entonces, el club apenas ha levantado cabeza. Bajó a Segunda, estuvo dos años en el «infierno», su crecimiento ha sido inversamente proporcional al del Barça y la distancia con el Madrid, rival eterno, cada temporada más grande. Con Quique parece que ha recuperado la estabilidad, la autoestima y la brillantez extraviadas. Puede perder con cualquiera, cierto, pero no es supercampeón europeo por casualidad.