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La Razón
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Michael Russell se resistió en el primer set, incluso amenazó al campeón cuando alcanzó un 4-2 a su favor, y lo perdió, como el partido. Rafa Nadal pisa firme la hierba de Wimbledon, donde ayer se cumplió el trigésimo aniversario de la frase más famosa que el tenis ha revelado. La pronunció John McEnroe en 1981. Jugaba en primera ronda contra su compatriota Tom Gullikson y se enfrentó, retador y bravucón, a Ted James, el juez de silla: «You cannot be serious (No puedes estar –hablando– en serio)», le espetó. «The ball was on the line (La bola cayó en la línea)», gritó, y el público se sonrojó; no entendía el exquisito espectador británico los modales del norteamericano, tenista o pistolero; chocaban con la liturgia del torneo, con su tradición, con sus silencios, sus respetuosos aplausos, sus pamelas y su ambiente Ascot... Los tabloides también dispararon y le apodaron «Superbrat (Superniñato)», aunque con el tiempo se rindieron al genio de Wiesbaden (nació en Alemania), conocido después como «BigMac». McEnroe ganó la final a Borg y, sin embargo, hoy en Londres le recuerdan por la primera frase. Él ha contribuido a inmortalizarla, al titular «Serious» su biografía. Si Antonin Panenka ha escrito la suya, no ha trascendido, pero es archifamoso en el mundo del fútbol. Ayer se cumplieron 35 años del penalti por excelencia. Alemania y Checoslovaquia disputaban en Belgrado la final de la Copa de Europa que se decidió desde los 11 metros. Hoeness falló el cuarto lanzamiento y llegó el turno de Panenka, quinto. Engañó a Maier y cuando lo vio inclinarse lanzó flojo y por el centro. McEnroe no tenía esa sangre fría; pero también es historia, como Nadal.