Atlético de Madrid

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Atlético europeo por Julián García Candau

La Razón
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En los últimos tiempos hemos dado por sentado que el mejor fútbol es el del toque, el de posesión agobiante del balón. Casi se ha renunciado a otra visión. Existe el juego de artesanía y también el menos elaborado. Éste, en ocasiones, aporta incluso mayores sensaciones, más emociones. El fútbol considerado heterodoxo, el que practican básicamente en las islas británicas, tienen valores que dignifican el espectáculo.

Entre Celtic y Atlético hubo juego electrizante, sin dominio de uno de los contendientes, con permanentes robos de balón y contragolpes. No había mando y sí constantes ocasiones de gol. Sólo en el primer cuarto de hora hubo cinco. En ellas participaron Salvio, Godín y Samaras por parte escocesa, lo que obligó a defensas y guardametas a esforzarse para que sus porterías no fueran batidas.

La belleza del fútbol imperfecto nos llevó a presenciar un gol de maneras antañonas. Hoy se quiere llegar con la pelota hasta la raya de gol y Arda aprovechó la ocasión para disparar desde fuera del área tras el saque de un córner para batir al portero del Celtic.

La segunda mitad tuvo emoción hasta el final, aunque en ella el Atlético logró manejar más el ritmo del juego y el balón. La actuación de los once titulares respondió a las ilusiones puestas en ellos. Sobresalieron todos. El equipo, en estadio de recuerdo dramático en Copa de Europa, con la figura del árbitro Babacan todavía en la memoria, presentó credenciales para el título de la Liga Europa.

Posdata. Courtois vistió de amarillo, color llamativo que trajo al Metropolitano el atlético Marcel Domingo.