Europa

Bruselas

Europa gira a la derecha para salir de la crisis

ecía Churchill que si a los 20 años no eres de izquierdas no te palpita el corazón, y si a los 40 no eres de derechas es que no tienes cabeza. La vieja Europa parece haberse acomodado a la cita del político inglés, no tanto por la trayectoria vital de cada cual, sino por el paso del tsunami de la crisis que se ha llevado por delante a los Gobiernos socialistas del continente.

El candidato del PSD, Pedro Passos Coelho, celebra su victoria en las elecciones legislativas en Portugal, el domingo por la noche
El candidato del PSD, Pedro Passos Coelho, celebra su victoria en las elecciones legislativas en Portugal, el domingo por la nochelarazon

El último en caer ha sido el portugués José Sócrates el domingo. Y con el Gobierno español apurando el calendario, y el PP preparando su llegada a La Moncloa, sólo los Ejecutivos socialistas de Austria, Eslovenia y Grecia sobreviven. En el caso de Bélgica, los socialistas tienen mayoría en Valonia, aunque el país sigue tras casi un año sin poder formar Gobierno; y en Luxemburgo forman parte de la coalición gobernante dirigida por el conservador Jean Claude Juncker. El Partido Popular Europeo (PPE) controla ahora 17 capitales, prueba para su secretario general, Antonio López-Istúriz, de que los europeos han dado la espalda al «fracasado modelo socialista». El resto de los Veintisiete queda en manos de otras formaciones como los liberales o coaliciones.

Desde el inicio de la crisis, el centro derecha europeo ha conseguido consolidarse en los principales Estados miembros, como en Alemania, donde Angela Merkel pudo aliarse con los liberales y prescindir de los socialdemócratas; domina en el Centro y Este europeo como en Hungría, donde Victor Orban consiguió dos tercios de los escaños; o en el Norte de Europa, donde brilla en Suecia el moderado Fredrik Reinfeldt, quien por primera vez en la historia de su país ha dado dos elecciones consecutivas a los conservadores.

Con 22,5 millones de parados en la UE, en una época de austeridad y «tijeretazos» teledirigidos por unos mercados financieros estrictos con la disciplina fiscal, los socialistas están jugando en un terreno en el que no están cómodos. El empleo y la cohesión de su léxico han sido sustituidos por palabras como ajustes y competitividad. Las voces de alerta desde el Partido Socialista Europeo (PES) caen en saco roto. Porque precisamente las elecciones europeas de 2009, en las que el PPE aumentó su mayoría en el Parlamento Europeo, avisaron de la larga travesía por el desierto que se avecinaba. Desde los socialistas europeos indican que las razones se deben más bien al desgaste del poder en tiempos de crisis y la coincidencia del calendario electoral. Un portavoz del partido, en condición de anonimato al no poder ser citado, recuerda el repunte de los socialistas en las elecciones regionales de Francia, Italia o Alemania para probar un giro incipiente.

De hecho, los «grandes» del centro derecha europeo también lucen rasguños. Sin embargo, en su caso, las razones no están tanto en el impacto de la crisis. El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha perdido el control de su Milán natal, salpicado por los escándalos de corrupción y juicios que le cercan. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tiene su índice de popularidad por los suelos, sacudido por los numerosos cambios de Gabinete por los escándalos de sus ministros y la agitación de la calle por reformas como la de las pensiones. Y Merkel ha sufrido el desgaste en las sucesivas elecciones regionales debido a su política nuclear tras el accidente de Fukushima y a la caída en picado de sus socios en el Gobierno, los liberales.

Este desgaste no lo está rentabilizando la izquierda europea, sino otras formaciones como Los Verdes o los partidos más a la derecha con un discurso antieuropeo y antiinmigración, quienes ofrecen las soluciones a unos ciudadanos y trabajadores que no encuentran respuestas en las grandes formaciones. «Los partidos tradicionales, por razones electorales o estratégicas, no se están defendiendo de esta retórica, sino que la están adoptando, y eso es muy peligroso», dijo en una entrevista reciente con LA RAZÓN la comisaria de Interior, Cecilia Malmström.

Los socialistas europeos confían en que las elecciones en Dinamarca, que se esperan para antes del otoño, puedan marcar el inicio de un cambio en el paisaje continental. «La derecha habla de recuperación, pero no tiene un impacto en la vida de los ciudadanos», dicen. Ésta será su línea para llegar al corazón de unos europeos que hoy tienen la cabeza al otro lado.

Grecia y España, últimos bastiones del socialismo en la Unión Europea
La derrota de los socialistas en Portugal ha dejado a España y Grecia como los principales abanderados de la socialdemocracia en la UE, donde los partidos de centro derecha y liberales casi monopolizan los gobiernos de los Veintisiete. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro griego, Giorgos Papandreu, resisten junto a otros dos Ejecutivos progresistas, el de Eslovenia y el de Chipre. A estos países se suma Austria, donde los socialdemócratas encabezan una gran coalición con los conservadores. Tras el primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, en el cargo desde 1995, Zapatero es el jefe de Gobierno que más tiempo lleva al frente de un país comunitario. La caída del Gobierno laborista de Gordon Brown en Reino Unido hace un año dejó a Zapatero como el líder socialista con más peso en la UE. Le sigue Papandreu, quien ha logrado mantenerse en su puesto a pesar del rescate financiero de Grecia aprobado en mayo de 2010, pocos meses después de desbancar a la derecha del poder. Los otros Gobiernos de izquierda que se mantienen en pie son el del esloveno Borut Pahor y el del presidente chipriota, el comunista Dimitris Christofias, a quien la derecha le arrebató el control del Parlamento hace dos semanas. El canciller austriaco, Werner Faymann, también socialdemócrata, gobierna en coalición con los conservadores desde octubre de 2008, cuando los dos partidos mayoritarios se unieron para cerrar el paso a la extrema derecha.