Historia

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«Que no se cree una cadena de pesimismo»

Diana Díaz - ArqueólogaNació: en 1980, en Madrid.Una película: «Los ojos de Julia».Tipo de música: pop-rock.Un libro: «La elegancia del erizo».Dentro de 20 años: «Me veo siendo feliz».

 
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–Trabaja como arqueóloga preventiva... Eso para los profanos, ¿es?
–Esta vinculada a las obras en las que se producen movimientos de tierras. Por ejemplo, si se pretende construir un aparcamiento en una zona de protección de patrimonio se documenta para conservar y estudiar los restos que aparezcan.

–¿Qué se siente al encontrar una pieza de hace siglos?, ¿emoción?, ¿inquietud?
–Lo más importante al encontrar una moneda o un objeto es que te da una serie de claves para la interpretación que vas a hacer desde el punto de vista histórico y cultural.

–Ha estudiado historia... ¿cómo definirías nuestra época?
–Convulsa, crispada y con la sensación de que estamos a la espera de un cambio.

–¿Y su percepción de la juventud?
–Parece que no estamos con muchas ganas. Está desmotivada y con una falta de compromiso con la sociedad. Sí, muchos colaboran con ONGs que trabajan en otros países, pero no se implican con la realidad más cercana.

–¿En su caso estás comprometida con esa realidad del día a día?
–Tengo un compromiso político muy claro con el PSOE, soy militante de base y miembro del Comité Regional de Madrid.

–¿No percibe que la gente ahora mismo se atrinchera en sus posiciones políticas y no escucha la del otro?
–Sí, puede ser. Antes hablábamos de la crispación... Yo, le puedo decir que, en mi caso, siempre estoy dispuesta a dialogar de cualquier tema con cualquiera.

–Imagino que entonces sabrás decirme que le falta a la clase política de ahora.
–Tranquilidad y un discurso positivo a pesar de las dificultades que estamos atravesando. La gente nunca se suma a lo negativo. Hay que intentar que no se cree una cadena de pesimismo.

–Los jóvenes se quejan, y creo que con razón, de que tienen sueldos muy bajos...
–Sí, pero creo que hay que hacer una reflexión más profunda. Esos sueldos bajos no los padecen en exclusiva los jóvenes. Además, existe una corriente de pensamiento establecida de que la inversión que se realiza en estudios tiene que dar sus frutos rápidamente. Y no tiene por qué ser así. Tendemos a buscar un rédito rápido a nuestra formación sin caer en la cuenta, por ejemplo, en el caso de nuestros padres, que pasaron bastantes años trabajando hasta lograr un buen salario.

–¿Cree que la sociedad sufre un déficit de valores?
–Creo que sería más acertado decir que los valores van cambiando en función de los cambios sociales. Los principios no; los principios deben ser siempre iguales para no perder el norte.

–¿Cuáles serían tus principios?
–El compromiso, la honradez y la verdad. Y también la cultura del esfuerzo y del trabajo. Que la gente sea de ley, en definitiva.