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Valencia

«Tenemos que estar al lado de la ley»

Miguel Tomás y ValienteProfesión: escritor. Licenciado en Filología Hispánicay en Filología Inglesa.Nació: en 1963, en Valencia.Por qué está aquí: presenta su novela «Las heridas de los elefantes» (451)

 
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–En su novela, un hombre recibe en un sobre una novela que cuenta la historia de su vida aún sin vivir. ¿Qué haría usted en tal caso?
–Echar a correr, creo. Y después, tratar de cambiar mi destino. Los héroes clásicos se enfrentaban a su destino, ¿recuerda?

–Sí, y lo hacían aun sabiéndose perdedores...
–Cierto. Yo no tengo nada de héroe y espero no tener nada de llorón.

–ETA asesinó a su padre, Francisco Tomás y Valiente, y usted escribió «El hijo ausente» (451). ¿Planea aún esa sombra por su obra?
–Planea en tanto que ese hecho es constitutivo de mi forma de ser. Eso no se olvida.

–A consecuencia del asesinato, sufre insomnio y parkinson degenerativo. ¿Ha pensado alguna vez que hubiera preferido un tiro?
–No, nunca. Tengo una mujer, unos hijos maravillosos, madre, amigos...

–Se ha preguntado mucho sobre la venganza, me imagino.
–El rencor es la última forma de defensa de la buena gente, pero hay que evitar la venganza y huir del odio. Tenemos que estar al lado de la ley.

–Parece claro que utiliza la escritura como terapia. ¿Le cura de...?
–Curar, no; digamos que me alivia algo.

–Palahniuk: «Cuando más infeliz eres, más cosas divertidas escribes».
–No es ninguna tontería. Yo trato de tener buen humor, pero a veces es difícil.

–La novela y yo, ha dicho, somos pesimistas...
–Soy pesimista, o sea, soy un optimista que sabe cuál es el final. Escribo para salir del pesimismo, entre otras cosas.

–ZP dice que es optimista porque no le parece útil ser otra cosa...
–No sé si se puede elegir ser optimista. Hay gente a la que la vida le pega muy duro y no se le puede exigir el optimismo.

–Lobo Antunes dice que le da miedo su violencia interior...
–A mí también me ha dado, pero me he curado de eso. Es de lo único que me he curado.

–Faulkner decía que los grandes escritores suelen ser despiadados...
–Más bien vanidosos, y cuando se les hiere en su vanidad, se vuelven crueles. Lo peor es la necesidad que sienten de ser ocurrentes siempre.

–Dice que no ve soluciones a casi nada...
–Intento verlas, pero es difícil. Cuando se tiene una enfermedad degenerativa, sabes que no hay solución.

–Y entonces, ¿qué queda?
–Hacer cosas: escribir, educar a mis hijos, pasear al perro, jugar al mus...

–Órdago a la grande.