Nueva York

«Hair» ya echa humo

El musical «hippie» llega a Madrid precedido por la polémica: en escena, siguen fumando. Eso sí, los porros son de hierbaluisa

Una de las escenas de «Hair» con el nuevo reparto, en Madrid
Una de las escenas de «Hair» con el nuevo reparto, en Madridlarazon

Casi cuarenta y cuatro años después de sonar por primera vez allá por 1967 –se cumplirán el próximo día 17–, la canción más conocida de «Hair» sigue siendo utilizada hoy en día como reclamo publicitario por una marca de refrescos (o sea, «Aquarius», por más que la regla periodística desaconseje hacer publicidad, al fin y al cabo es también el título del tema). Algo tendrá la banda sonora del musical que crearon Gerome Ragni y James Rado (texto y canciones) junto a Galt MacDermot (música) para que éste y otros himnos como «Let the sunshine in» todavía nos hagan movernos tontorronamente cuando los escuchamos. El montaje arrasó en Broadway y es ya un clásico de los musicales. Y eso que en el cine tuvo menos fortuna. Bien es cierto que la versión de Milos Forman llegó a destiempo: cuando se estrenó, en 1979, el fenómeno «hippie» y la canción protesta estaban de recogida –a Bob Dylan hacía ya catorce años que le habían gritado aquello de «Judas» en un concierto por enchufar su guitarra mientras cantaba «Like a Rolling Stone»–, cediendo terreno a la despreocupación de los 80, que llamaban a las puertas de Occidente.
En los 60 se habló mucho de su historia: un recluta que llega a Nueva York y descubre a una comuna de «hippies» que le abrirán los ojos y juntos se enfrentan al sistema, con la Guerra de Vietnam como telón de fondo. Una nueva producción, con sello español, llegó hace dos años a Barcelona con su capacidad para la polémica intacta, aunque esta vez la lió por una provocación mucho más atrevida para estos tiempos que corren: ¡en escena se fumaba! Un espectador airado denunció el asunto y la cosa llegó a las autoridades. Al final, resulta que los cigarrillos a los que obligaba la trama eran de hierbas aromáticas, no de tabaco.
A Madrid llega ahora esta misma producción, dirigida por Daniel Anglès (Barcelona, 1975, «nacido bajo el signo de Sagitario», según aclara oportunamente la web del musical), y con rostros nuevos en escena, entre los que destaca la incorporación de Lucía Jiménez en el papel de Sheila. «El musical es un clásico, y éstos nunca mueren. Pasa igual que con el teatro de texto», asegura Anglès, que cree que «los espíritus a los que apela su mensaje de fuerza, pureza, pasión, energía y libertad, los de una generación que se dijo a sí misma que debía cambiar las cosas, son perfectamente reconocibles hoy en día». De hecho, no queda lejos el espíritu antisistema pero pacífico del «flower power» del movimiento del 15-M surgido este año en España. «No a nivel estético –responde Anglès ante el paralalelismo–, pero sí hay ese punto de necesidad de optimismo para mirar hacia algo mejor. Eso es algo cíclico que nos toca vivir cada cierto tiempo». Y añade que el montaje ha dejado «un componente de luz y color, un legado artístico muy potente que ha marcado a poetas y cineastas».

Reflejo de su tiempo
El musical regresa al original que se vio en Broadway en 1968, ya que el filme se había tomado ciertas licencias argumentales y había eliminado canciones. Además, es la versión que mejor refleja el espíritu del momento: «Es muy raro que un espectáculo de teatro musical, como este título, sitúe sobre el escenario a la generación de ese momento concreto», aclara el director. Una generación que fue la primera en enfrentarse abiertamente al Gobierno de los poderosos Estados Unidos de América, en decir «haz el amor, no la guerra» y en negarse a ir a un país lejano a morir mientras se dejaban llevar por la marihuana y el LSD. Y las drogas forman parte importante del argumento y la estética del montaje. Sobre la polémica que los acompañó en Barcelona, aclara Anglès: «Hemos seguido haciendo lo mismo de siempre, nunca modificamos la función. La Agencia de Salud de Barcelona echó marcha atrás y pidió disculpas diciendo que se había equivocado». Eso sí, subraya, por si alguien en Madrid quiere volver a buscarles las cosquillas: lo que fuman es una mezcla inocua de plantas de herbolario conocida coo «hierbas del pastor», con hierbaluisa, tomillo, albahaca...


Activista sólo en el escenario
«Viviendo con mucha ilusión» esta nueva aventura, Lucía Jiménez se declara amante de los musicales, y cuenta de Sheila, su personaje, que «es una chica que viene de una familia un poco más adinerada, ha tenido la opción de estudiar y es muy comprometida políticamente, así que se convierte en la líder intelectual de la tribu». Y la actriz segoviana, protagonista de películas como «Silencio roto» y «La caja Kovak», y que ha participado en series como «La señora» y «14 de abril: la República», se ríe al hablar de si le va el papel: «Siempre me ofrecen personajes muy activistas y revolucionarios. Yo luego soy muy tranquila, no me gusta hablar de política, prefiero otros temas».


- Dónde: Teatro Arteria Coliseum. Madrid.
- Cuándo: de miércoles a domingo.
- Cuánto: de 25 a 60 euros. Tel. 91 542 30 35.