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Señor Alcalde de Sevilla por Alfonso Ussía

La Razón
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Querido Alcalde: Llevaba algunas semanas dándole vueltas a la posibilidad de escribirte una carta abierta y, como no podía ser de otra manera, bienhumorada y amistosa. Tienes el honor y la fortuna de ser el Alcalde de una ciudad prodigiosa, estallante, monumental, culta y medida, aunque en estos días de enero se ofrezcan las buganvillas tristes, los jacarandas desnudos y el azahar lejano. Sevilla es una ciudad que siempre está deseando la llegada de la primavera y que ésta se detenga más tiempo de lo que acostumbra. Ya he contado, y lo repito, que tuve un gran amigo inglés que entrando a Sevilla por La Palmera una mañana de mayo, con las buganvillas rabiosas y chocantes, los jacarandas azules y el azahar cumplido, decidió nacionalizarse español. No lo hizo, y ahora vive en Manchester y gana mucho dinero con sus negocios, pero de cuando en cuando me llama para recordarme que ha equivocado el rumbo de su vida. Es el único inglés que conozco que habla un español perfecto con acento andaluz, en correspondencia a sus muchos amigos bodegueros portuenses y jerezanos, que hablan un magnífico español con movimientos de labios británicos.

El motivo de mi carta, querido Alcalde, no es otro que pedirte que repares una necia injusticia protagonizada por tu predecesor socialista y sus socios comunistas. La reparación no cuesta dinero, apenas el de unas placas. Se trata de normalizar el desajuste callejero que llevaron a cabo aquellos merluzos, y vuelva a recuperar su calle el General Merry y Ponce de León, ilustre militar hondamente identificado con Sevilla, que fue desposeído de su calle en beneficio de Pilar Bardem, una actriz de reparto que nació en Sevilla por casualidad y carece de entidad para figurar en el callejero sevillano.

Los merluzos creyeron que la calle del General Merry estaba dedicada al General don Pedro Merry Gordon, hijo del General Merry y Ponce de León y, durante un tiempo –coincidiendo con el 23 de febrero de 1981–, Capitán General de la Segunda Región Militar con sede en Sevilla, en ese formidable edificio de la Plaza de España que dio la vuelta al mundo como Cuartel General inglés en El Cairo en la película «Lawrence de Arabia». El general don Pedro Merry Gordon, al que querían castigar los merlúcidos, mantuvo a su región militar leal a la Constitución y la Corona, pero el problema es que esa gente lee poco o no se entera de nada. El hecho es que Pilar Bardem, cuyo mayor mérito artístico es su maestría en llevar pancartas, pegatinas y encabezar manifestaciones, se quedó con la calle del General Merry, y ahí sigue todavía. Te recuerdo, querido Alcalde, que la actriz en cuestión, en nombre de sus compañeras de la Ceja, entregó una rosa blanca de paz a la abogada etarra Jone Goricelaya durante un acto que tuvo que resultar muy emotivo.

No se trata de hacer menosprecio a la actriz Bardem, sino de hacer aprecio a quien el aprecio merece por su vinculación con Sevilla y su brillante trayectoria militar, que principia de teniente en la guerra de Cuba, una guerra que, según tengo entendido, no se contempla en la Memoria del Resentimiento. Si consideras que la justa medida a adoptar puede herir susceptibilidades estalinistas, convence al Alcalde de la cercana Marinaleda para que aproveche las placas que por justicia tendrías que quitar de la calle de Sevilla que nadie conoce como de Pilar Bardem y todos siguen denominando del General Merry. Estoy seguro de que en Marinaleda recibirán las placas con los brazos abiertos.

Cuando hagas justicia con el General Merry, me llamas y me doy un garbeo por Sevilla, en abril o mayo preferentemente. Un abrazo.