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Es posible un plan energético

La Razón
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Si además no tuviéramos que pagar impuestos, intereses y el régimen especial, tendríamos la electricidad más barata del mundo. Cuando nos referimos a la estrategia a seguir en materia de energía, con toda seguridad estamos pensando en sus dos componentes más importantes: el petróleo y la electricidad. En relación al primero, su consumo se circunscribe a: carburante para el sector del transporte; combustible en el Industrial, y también en algunos casos a modo de materia prima. Se podría ahorrar algo optimizando el parque de automóviles, y mejorando la eficiencia de los procesos, pero en un momento como el actual de consumismo y de falta de inversión, nos tememos que el indudable ahorro se producirá como consecuencia del menor uso en el primero de los casos y de la caída de la actividad en el segundo. En cualquier caso, no parece posible encontrar ninguna solución milagrosa que signifique una mejora drástica de la situación y aún menos la chorrada de los 110.

Pero peor arreglo tiene el sector eléctrico. Todos opinamos que la factura eléctrica es muy alta, y nos indigna saber que a pesar de ello resulta deficitaria y todavía tendrá que subir un buen pellizco para equilibrar las cuentas. Pero es menos conocido que de todo lo que pagamos solamente un 40% es lo que se debería destinar a remunerar a las injustamente denostadas compañías eléctricas por su actividad de: producción, transporte, distribución y comercialización. Si además no tuviéramos que pagar: impuestos, intereses, el coste de funcionamiento de una serie de organismos, algunos pufos y sobre todo al régimen especial, en el que destacan negativamente fotovoltaica y termo solar, tendríamos la electricidad más barata del mundo. Pero no sólo no es así, sino que lo que ingresan no da para cubrir tanto extra. Y son las eléctricas las que tienen que apechar con la diferencia entre lo que queda y lo que legítimamente debían de percibir (déficit tarifario).

Esta situación de insuficiencia se produce año tras año y la deuda con el sector asciende a 25.000 millones, y sigue aumentando. Podemos imaginarnos los consumidores quienes serán los que más bien temprano que tarde tendrán que pagarla: ¡nosotros! El caso es que nuestros problemas tienen difícil solución por causa de tres enormes errores:

– El parón nuclear de Felipe González que no sólo afecto a los proyectos de construcción de nuevas centrales, sino también a algunas con las obras avanzadas y a dos, Valdecaballeros y Lemoniz, prácticamente acabadas. Sólo estas últimas, habrían supuesto un aumento de la mitad de la producción nuclear y repercutido en forma de una rebaja sustancial (superior al 5%) del precio actual de la factura eléctrica.

– Zapatero era un entusiasta de algo tan lindo como que se produjera electricidad poniendo un cristalito al sol. Cuando llegó al Gobierno tan sólo había 13Mw de potencia fotovoltaica. ¡Que miseria! Se planificó alcanzar los 100, pero los inversores, ante una ley tan sumamente atractiva, acudieron como moscas a la miel y hoy hay cerca de 4.000 sin que el Gobierno se molestara en impedir tal dislate. Que significa esto: muy poca energía, pero cerca de 3.000 millones de euros de subvención, que es lo que tendremos que pagar anualmente a los productores en nuestra factura. Y sólo se les ocurre otra solución que decretar una reducción del precio de venta un 30% por debajo de la remuneración garantizada por ley, lo que significa romper el Estado de Derecho y la ruina de los inversores.

– El tercer error. En los últimos años se han puesto de moda las centrales de ciclo combinado (generador movido por turbina de gas, y con el calor los gases de escape se produce vapor para su uso en una turbina de vapor que también genera electricidad). Se trata de un tipo de instalación: que requiere de una inversión moderada; son muy eficientes y producen muy poco CO2. Pero el combustible que utilizan –gas natural– es caro y lo será aun más. Recientemente, se han construido 25.000 Megavatios de este tipo de instalaciones. Lo que significa que, de funcionar de forma continua, aportarían a la red más electricidad que todas las baratísimas por amortizadas centrales de carbón, nucleares e hidroeléctricas juntas. Eso sí, con un coste de producción que es más del doble y subirá en el futuro. Si éstas son las centrales de base del futuro, tendremos la electricidad más cara de Europa y nuestra competitividad «se irá al guano definitivamente».

¿Cuál es el posible plan energético cuando faltan unas cuantas nucleares y sobran dos tercios de los ciclos combinados y el 95% de las instalaciones fotovoltaicas? Debió de realizarse hace mucho tiempo y lo que es más importante: respetarlo. Después de siete años de desmadre, el margen de actuación que tenemos es muy limitado. O lo que es lo mismo. Nuestro posible plan energético tiene hoy el mismo sentido que un nuevo plan de urbanismo para Seseña, donde «El Pocero» ya lo anticipo por su cuenta y más de la mitad de las casas del pueblo están desocupadas.