Bruselas

España traslada al embajador británico que los pescadores seguirán faenando

El litigio sobre las aguas que rodean el Peñón de Gibraltar ha reavivado hoy el contencioso en torno a la soberanía de la colonia que mantienen España y el Reino Unido desde hace tres siglos, un conflicto latente en el que, por el momento, el diálogo resulta imposible.

España no reconoce ningún derecho a la colonia sobre las aguas que la rodean y considera que le compete su vigilancia y su control, ya que el Tratado de Utrech (1713) cedió a la Corona británica la ciudad y el castillo de Gibraltar, junto con su puerto, defensas y fortalezas, pero no las aguas territoriales.

Sin embargo, las autoridades de Gibraltar, con el respaldo británico, reivindican su jurisdicción sobre tres millas náuticas, una disputa que, de forma recurrente, afecta al sector pesquero, al medio ambiente o a la lucha contra el contrabando y el narcotráfico.

Hablar de aguas implica hablar de soberanía y, en estos momentos, cualquier negociación se encuentra suspendida.

El llamamiento del Gobierno de Mariano Rajoy a abrir un diálogo bilateral "directo y sincero"con Londres sobre la descolonización del Peñón ha sido rechazado por el Reino Unido, que no concibe entablar ninguna conversación con España sin contar con el aval de los llanitos.

El 26 de junio de 2002 fue la última vez que España y el Reino Unido, representadas por los ministros de Exteriores Josep Piqué y Jack Straw, se sentaron a hablar sobre la soberanía del Peñón.

En esa fecha, parecía cercano el acuerdo para compartir la soberanía, pero las negociaciones, rechazadas por los gibraltareños, no llegaron a fructificar.

Ana Palacio relevó a Josep Piqué al frente de Exteriores, se suspendió la reunión prevista con el Reino Unido para el 12 de julio de ese año y nunca se retomó la agenda, ni durante los siguientes años de Gobierno popular ni cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa.

Zapatero apostó por la cooperación regional y en 2004 se creó un foro tripartito de diálogo con la participación de las autoridades de España, el Reino Unido y Gibraltar, marco en el que se dieron pasos para mejorar el transporte, las comunicaciones o la situación de los trabajadores del Peñón.

Fue precisamente el conflicto en torno a las aguas el que hizo encallar el foro tripartito, ante el empeño de Gibraltar de abordar ese contencioso y rechazar España sus pretensiones, ya que esa cuestión sólo está dispuesta a tratarla de forma bilateral con el Reino Unido.

El Gobierno de Marino Rajoy ha suspendido ese foro hasta que no se incluya en las conversaciones a las autoridades del Campo de Gibraltar en pie de igualdad con las gibraltareñas.

La aspiración del Gobierno es retomar las negociaciones en el marco de denominado Proceso de Bruselas, por el que Madrid y Londres se comprometieron en 1984 a hablar de forma bilateral, según apuntan fuentes diplomáticas.

Pero el Gobierno británico esgrime para negarse la "Constitución"que en 2006 aprobaron los gibraltareños, que reforzó sus competencias y terminó con la clásica relación colonial con Londres.