Sevilla

La calidad rescata al Madrid (3-2)

Del infierno al cielo en tres minutos, los finales, cuando el Madrid ganó un partido que, por la cerrazón de su entrenador, tuvo perdido. No atesora el Manchester City ninguna de las virtudes del fútbol inglés y sí los vicios del «catenaccio».

Ronaldo reencuentra la alegría (3-2)
Ronaldo reencuentra la alegría (3-2)larazon

Lo entrena Roberto «Cerrojazo» Mancini. Y al Madrid, José Mourinho, quien, a pesar de alinear un trivote contra un delantero y fiarlo todo a la dinamita de Ronaldo, es menos cagón que su colega, de quien se podría decir que Dios da pan al que no tiene dientes. Hart, con dos paradones en la primera mitad, lavó la cara a su ténico. Casillas no intervino. La segunda fue otro cantar, dos veces se adelantó el City y Marcelo, Benzema y Cristiano hicieron justicia.

Ramos, dicen, replica a Mourinho; no le achantan sus acusaciones y rechista. Le recrimina sus salidas de pata de banco, sus reproches siempre en idéntica dirección. No se calla. Sergio es puntal en el Madrid y en la Selección.

Es un referente. Un líder... defenestrado, descabalgado, castigado, purgado. La revolución de «Mou» tras el desastre de Sevilla, por aquel gol de Trochowski que no pudo evitar Di María, distraído en el marcaje, se ha llevado al sevillano por delante. Como una riada selectiva. Fue la sorpresa inesperada en la alineación contra el Manchester City.

Juega el jovencito Varane, inédito en la temporada. El que rechista, la paga; no sale en la foto, vuela de la alineación. Aquí manda don José. Menos sorprendente fue la presencia de Essien, llamado a ser escudero del técnico –uno más, como Pepe, Coentrao, Di María o «Tristiano», el clan–. Fue alineado junto a Xabi Alonso y Khedira. Trivote en casa contra el City; Özil, otro represaliado de menor peso, y Modric, al banquillo, junto a Ramos. Enfrente, arriba, la isla de Tévez.

«Hoy habrá equipo», anunció Mourinho la víspera. Quizá Sergio Ramos no lo forme, acaso no haga piña. Cualquier día la criba alcanzará a Casillas, que tampoco se calla, también hastiado de la fatal influencia del clan. Pero ese es otro partido, en este, Cristiano dejó más veces sentado a Maicon que a ningún otro defensa, y no solo de la Liga.

El portugués, recibido con unos pocos pitos por el Bernabéu y las justas lisonjas, hizo la guerra por su cuenta y sólo el acierto de Hart y el desacierto de Higuaín mantuvieron el marcador a cero. Presionaba el Madrid, empujaba, y el City se defendía con diez sin rubor alguno. De cuando en cuando contraatacaba Touré Yayá, portento físico; combinaba con Silva, rodeado, con Nasri, que se lesionó, y apenas llegaba a Tévez. Se defendía muy bien y con rigor el equipo madrileño. Pero como no había fútbol, tampoco hubo goles.

Las dos o tres paradas de Hart, el mejor; el par de buenos chuts de Ronaldo, los dos fallos de Higuaín, los galones de Essien, que no desentonó, y las fugaces apariciones de Yayá, protegido siempre por Javi García, consumieron el primer tiempo.

En el segundo no se percibían cambios, ni de jugadores, ni de esquemas, ni de talantes. Perseguía el Real la victoria por el centro, sin apenas pisar el área, pero se empeñaba en ganar, y el MC mantenía el autobús delante de la portería. Ni uno ni otro corrían riesgos.

Con la imaginación amarrada al duro banco, secuestrada en ambos casos, el partido apenas ofrecía destellos. Prevalecía el fútbol-tarugo sobre el fútbol-calidad; lo que en el argot de Mourinho y Mancini sería fútbol-táctico.

Así, cansado de correr, Silva, aplaudido cuando se retiró, fue sustituido por Dzeko. Özil relevó a Essien y el encuentro se inclinó hacia donde menos se esperaba. Un robo de balón de Yayá terminó con un pase fantástico hacia Dzeko que batió a Casillas. Un tiro, un gol. Modric y Benzema entraron para arreglarlo y el empate lo firmó Marcelo, con la derecha, al tercer disparo.

Sin trivote, sin Khedira ni Essien, con jugones, el deprimente y romo fútbol del Madrid desembocó en profundidad, vitalidad y un peligro constante para el meta Hart. Más de 70 minutos tardó Mourinho en reaccionar; regaló todo ese tiempo y un gol al Manchester City, paradigma del fútbol rácano y ramplón, pero suertudo, porque en sus filas hay jugadores capaces de combinar, de triangular, de atacar y de chutar. Una vez lo hicieron y marcaron un gol.

Mourinho jugó con fuego, y no es la primera vez ni será la última; solo la pericia de Marcelo para disparar le rescató temporalmente del infierno. El Real Madrid es mucho más de lo que su entrenador se empeña en demostrar con recortes ofensivos y trivotes inconcebibles. Sufrió la penitencia con el 1-2 que, a balón parado, impulsó Kolarov y desvió lo justo Xabi Alonso para que Casillas no llegara a despejar.

Pero como ya había futbolistas en el once, la lógica, más que la suerte, impartió justicia. Benzema hizo el 2-2 en el 87 y Ronaldo el 3-2, en el 90. Cristiano lo celebró, Mourinho se tiró al suelo. Le salvó el equipo de lo que pudo ser un ridículo clamoroso.


-- Ficha técnica

3 - Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Varane, Pepe, Marcelo; Khedira (Modric, m.72), Xabi Alonso, Essien (Ozil, m.65), Di María; Cristiano Ronaldo e Higuaín (Benzema, m.72).

2 - Manchester City: Hart, Clichy, Kompany, Nastasic, Maicon (Zabaleta, m.73); Y.Touré, Barry, Javi García, Nasri (Kolarov, m.36); Silva (Dzeko, m.62) y Tévez.

Goles: 0-1, m.68: Dzeko. 1-1, m.77: Marcelo; 1-2, m.86: Kolarov; 2-2, m.87: Benzema; 3-2, m.90: Ronaldo

Árbitro: Damir Skomina (SVK). Mostró tarjeta amarilla a Javi García (m.52) y a Maicon (m.70)

Incidencias: encuentro de la primera jornada del Grupo D de la Liga de Campeones disputado en el estadio Santiago Bernabeu ante unos 70.000 espectadores.