Munich

La Stasi espiaba al «fiero opositor Ratzinger» en los 70

Un informe revela cómo la policía de Alemania del Este espió al futuro Papa

El seguimiento de la Policía secreta al futuro Benedicto XVI comenzó en 1974, durante un viaje por Alemania
El seguimiento de la Policía secreta al futuro Benedicto XVI comenzó en 1974, durante un viaje por Alemanialarazon

MADRID- Que el Papa Benedicto XVI fue espiado por los informantes de la Policía secreta de Alemania del Este (Stasi) ya se sabía. Pero ahora nuevos archivos, descubiertos esta semana por la radio alemana Mitteldeutsche Rundfunk Thüringen (MDR) y publicados en la agencia ZENIT, añaden más luz sobre cómo consideraba la Policía secreta al futuro Pontífice y quién se encargaba de informar sobre él.
Los documentos revelan que la Stasi era muy consciente de que el padre Ratzinger tenía futuro dentro de la Iglesia. En 1974, durante una visita a las ciudades alemanas de Jena y Weimar, comenzaba la vigilancia a la que sometió la Stasi al padre Ratzinger y futuro Benedicto XVI.
A medida que el papel del profesor crecía en la Iglesia, la Policía comunista comenzó a interesarse más por sus actividades. En la época en que Joseph Ratzinger, arzobispo de Múnich,visitó Berlín, en 1978, para encontrarse con el cardenal Alfred Bengsch, presidente de la Conferencia Episcopal, la sección de exteriores de la seguridad de Alemania del Este ya había asumido la tarea de espiarle y había asignado a numerosos informante no oficiales en ambas Alemanias.
El servicio secreto de la RDA consideraba al profesor Ratzinger como «conservador, reaccionario y autoritario», y aseguraba que Juan Pablo II había señalado al entonces cardenal Ratzinger para que fuese el organizador de «la contrarrevolución en Polonia». Más notas de la Stasi revelan que el futuro Papa era «uno de los más fieros opositores al comunismo»; creían que apoyaba la disuasión nuclear entre los bloques militares del Este y del Oeste y que consideraba el pacifismo «poco realista».
Al menos había una docena de empleados no oficiales encargados de vigilar a Ratzinger. A este grupo pertenecía el agente «Aurora», un profesor de ateísmo científico en Jena y Warnemünde, y el agente «Lorac», que trabajaba de incógnito como profesor de teología en Leipzig. También aparece el agente «Georg», que estaba en el comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal de Berlín.
En Alemania del Oeste, la red de la Stasi incluía a un monje benedictino en Trier, conocido con el nombre de «Lichtblick». También había un periodista de la agencia católica de noticias (KNA) que dio información sobre el Papa, Ratzinger y el Vaticano. Esta red traspasaba las fronteras de Alemania. En Italia, la Stasi empleó al agente «Bernd», que proveía información sobre la política de exteriores de la Santa Sede.
Con todos estos informadores colocados, la Stasi estaba bien organizada cuando el futuro Papa viajó a Dresde en 1987 para encontrarse con un grupo de católicos. «La Stasi realizó un gran esfuerzo en la vigilancia del encuentro, esforzándose para que pasase todo desapercibido», comenta Erice, periodista de la MDR.
A pesar de que la Policía secreta de Alemania del Este se empeñara en retratar negativamente a Joseph Ratzinger, no pudo evitar hacer alguna observación positiva. Además de alabar su gran inteligencia, destacó: «Aunque puede parecer tímido al principio en una conversación, tiene un encanto que te gana».
Las revelaciones de esta semana se producen cuatro días antes de la visita de estado que el Papa Benedicto XVI realizará a Alemania del 22 al 25 de septiembre.


Juan Pablo II y la KGB
Benedicto XV no ha sido el único Papa vigilado por agentes secretos. El Beato Juan Pablo II fue espiado por la KGB y la SB (policía secreta polaca) cuando era obispo auxiliar de Cracovia en 1958. El periodista George Weigel asegura en su último libro «El final y el comienzo» que entre 1973 y 1974 las autoridades polacas quisieron arrestar a Karol Wojtyla con la acusación de sedición. La policía secreta lo acechaba durante sus viajes en canoa e intentó comprometer a alguno de sus colaboradores más cercanos, a menudo entorpeciendo sus operaciones. El Vaticano también estuvo en el punto de mira de la KGB. Fueron incontables las ocasiones en las que las agencias de inteligencia del bloque soviético intentaron manipular el Concilio Vaticano II para sus propios intereses.