Berlín

Una pelea entre Japón y Rusia por César Vidal

Rusia ha ofrecido a ciudadanos japoneses asentarse en sus territorios. Las relaciones entre ambos imperios siempre han sido tensas 

Las islas Kuriles han sido territorio de disputa entre Japón y Rusia
Las islas Kuriles han sido territorio de disputa entre Japón y Rusialarazon

A inicios del siglo XX, Rusia y Japón eran dos imperios, en apariencia, muy desiguales. Mientras que Rusia había vencido al mismo Napoleón y no había dejado de extenderse territorialmente desde hacía casi medio milenio, el Japón era una nación pequeña que solamente había experimentado una cierta modernización en las postrimerías del siglo XIX gracias a la denominada revolución Meijí. Por añadidura, Rusia contaba con una cultura que tenía una repercusión universal mientras que los japoneses, para sonrisa de Occidente, se empeñaban en considerar que su emperador era dios. Precisamente por ello, cuando estalló la guerra entre ambas naciones, la opinión pública internacional esperó una rápida victoria rusa. Sin embargo, los japoneses demostraron una presencia de ánimo extraordinaria. En 1905, en Port Arthur lograron derrotar a las tropas rusas y en el estrecho de Tsushima aniquilaron a la flota enemiga valiéndose de una combinación de servicios de inteligencia y superioridad técnica envidiables. Al estallar la primera guerra mundial, Rusia y Japón se encontraron en el mismo bando, pero mientras que el imperio zarista recibía los golpes de las potencias centrales y acababa desmoronándose por una revolución interna, Japón emergió como una potencia con crecientes ambiciones en el Pacífico.

Durante la década de los años treinta, Japón invadió China y creó un estado títere denominado Manchukuo sin que la Unión Soviética pudiera hacer nada por impedirlo. En 1939, totalmente envalentonado, el ejército nipón se permitió amenazar Siberia. Tuvo así lugar una de las campañas más desconocidas – y, a la vez, decisivas– del siglo XX. Durante tres meses, los japoneses descargaron sus golpes sobre el Ejército Rojo amenazando Siberia. Sólo la victoria soviética de Jaljin Gol, conseguida por Zhukov, el futuro conquistador de Berlín, impidió que el imperio del sol naciente se extendiera por el Extremo Oriente que Rusia controlaba desde el siglo anterior. Es muy posible que la derrota de Jaljin Gol decidiera a los japoneses a no volver a atacar a la Unión Soviética. A diferencia del desprecio que sentían hacia norteamericanos, franceses, holandeses y británicos, hacia los soviéticos alimentaban una cierta prevención que les impidió lanzarse sobre Siberia cuando Hitler invadió la Unión Soviética en julio de 1941. De hecho, sólo cuando Stalin estuvo seguro de que no sería atacado por Japón se permitió retirar algunas divisiones de Siberia y enviarlas al frente de Moscú. Durante casi cuatro años, Japón y la URSS evitaron cualquier choque militar, pero, cuando las dos bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, Stalin desencadenó una campaña relámpago que le permitió arrebatar a los nipones las islas Kuriles entre otros territorios.

Se cuenta que los prisioneros japoneses se atrevieron a protagonizar huelgas en el Gulag, un comportamiento que los agentes de Stalin aplastaron sin piedad. Durante la posguerra, Japón reclamaría infructuosamente la devolución de los territorios arrebatados al final de la guerra mundial. Ahora, Rusia ofrece a los japoneses establecerse donde quisieron hacerlo hace casi tres cuartos de siglo por la fuerza de las armas.