París

Diga pepino en alemán

La Razón
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En Alemania dormían tranquilos sin saber quién era la consejera de Agricultura de Andalucía. Parece que siguen sin saberlo. Nadie había constatado la existencia de Clara Aguilera. Doña Clara, que no es para el mercado internacional, se obstinó en comer pepinos en Televisión Española. En nuestro país, los espectadores, que tampoco la conocían y ya la conocen, entendieron el objetivo económico de su pretendida hazaña, pese a que cuando irrumpió en pantalla su voracidad rozó el primer episodio de catatonia colectiva. Simplona misión de salvamento agrícola, propia de políticos de vuelo gallináceo. Como aquí se dispara antes de apuntar, recordemos que no parecía necesario convencer a los españoles (de las bondades de comer pepinos). A diferencia, Arias Cañete, aún recuperando su figura, brindaba sus ternerazos a la tranquilidad del consumidor español y a los productores de vacuno. Quizá los alemanes hayan visto a una señora practicando el agroporno en un invernadero de alguna parte de Europa. Los alemanes no habrán entendido nada: ¿pero quién es esa froilan? ¿por qué come así, a dentelladas, los pepinos? En fin, el síndrome del alcalde pedáneo que cree que lo van a reconocer paseando por las calles de París y lo raptarán para que dé una conferencia. La próxima vez, que se encadene a la puerta de Brandenburgo con un cartel que aclare que ella es la Juana de Arco de los agricultores españoles.