San Sebastián

Cubillas participó en dos asesinatos según un etarra del «comando Oker»

El miembro del «comando Oker», José Ángel Aguirre, que se encuentran en libertad, después de haber cumplido condena, implicó a José Arturo Cubillas Fontán, uno de los responsables de ETA en Venezuela, en numerosas acciones criminales, entre ellas los asesinatos de un agente de la Policía Nacional y una persona a la que acusaban de ser traficante de drogas; atracos a sucursales bancarias y el intento de asesinato de un guardia civil.

Cubillas entró en ETA en 1984 y huyó tras la caída de su comando
Cubillas entró en ETA en 1984 y huyó tras la caída de su comandolarazon

Cubillas fue captado, en marzo de 1984, por el citado Aguirre e Idoia López Riaño, «Margarita». Poco después, el hoy empleado del Gobierno venezolano se presentó voluntario para realizar el Servicio Militar en la Armada, por lo que se perdió el primer cursillo sobre manejo de armas y explosivos que recibió el «comando» en Francia. Sí pudo asistir a un segundo periodo de entrenamiento terrorista, que tuvo lugar en territorio galo. Según relata Aguirre en la declaración, que prestó tras ser detenido por la Policía, en octubre de 1985, les enseñaron a manejar fusiles de asalto, lanzamiento de granadas y utilizar telemandos para activar bombas a distancia.

Una de las primeras misiones que realizó Cubillas dentro de la célula etarra, fue la de «lanzadera» (para avisar de la posible presencia de controles policiales) con el «Vespino» de su propiedad. Para ello, aprovechaba los permisos que le daban en la «mili».

Cubillas fue el que facilitó al «comando» la información sobre una persona, Ángel Facal Soto, al que relacionaba con el tráfico de drogas. Tras un primer intento frustrado, los etarras consiguieron asesinarle, el 26 de febrero de 1985, en Pasajes de San Pedro.

Los miembros del «Oker» solían alternar por la zona del Paseo Larracho, de San Sebastián y había llegado a sus oídos que un miembro de la Policía Nacional (llamado Máximo García) también frecuentaba algunos de los bares. Tras discutirlo entre ellos, los etarras decidieron darle muerte. El 22 de mayo de mayo de 1985, los pistoleros observaron al agente tomando unas consumiciones. Sin dudarlo, acudieron al lugar en el que tenían escondidas las armas, del que también sacaron una peluca y un bigote postizo. «En esta acción, por considerarla fácil de ejecutar–según el relato de Aguirre– decidimos que sólo fuera uno el que la llevara a efecto». «Arturo Cubillas, que conocía perfectamente al policía, se dirigió él solo a dar una vuelta por el barrio y localizar el lugar exacto donde se encontraba», agregó.

 A continuación, acompañó al que iba a perpetrar el asesinato para marcarle el objetivo, quien, en un lugar oculto, se colocó la peluca y el bigote y volvió hasta el bar; siguió al policía durante una hora, hasta que llegó a la puerta de su domicilio, donde le disparó dos tiros en la cabeza y, una vez en el suelo, le remató con un tercero. Mientras ocurría esto, «Cubillas, aunque no llevaba pistola, se encontraba atento y vigilante de lo que estaba ocurriendo desde la puerta del bar Lambroa, desde el que se observaba el domicilio», según el relato de Aguirre.

Atentado fallido

Cubillas fue el que también facilitó, en abril de 1985, la información sobre un guardia civil, que acompañaba a su madre a la zapatería «Sánchez», de su propiedad, en el Paseo Larracho. Dicho agente, «solía acudir por la tarde, sobre las cinco, en un Seat Fura». Comprobada la información por los otros miembros del «comando», decidieron cometer el atentado. «Tal y como habíamos quedado con antelación, sería Cubillas el que tendría que avisar de que el guardia civil llegaba con su madre». Con su «Vespino», debía colocarse detrás del coche hasta llegar a la altura de los que iban a perpetrar la acción criminal. La fortuna hizo que ese día el agente no acompañara a su madre.

 La fiscal general de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, afirmó ayer que, aunque se harán todas las diligencias necesarias en el marco de la investigación, José Arturo Cubillas no puede ser extraditado, debido a que tiene nacionalidad venezolana.

Ortega dejó claro que la Constitución de Venezuela veta, en su artículo 69, esta extradición, ya que el etarra es venezolano por «naturalización».

«Cubillas ingresó a Venezuela en 1990, posteriormente solicitó la naturalización, que le fue concedida», explicó la representante del Ministerio Público.