Londres
Un niño de 41 años
Iván Pérez, que se retirará tras los Juegos, vive «con intensidad» su adiós. España ganó en su estreno
LONDRES- «La peluca la he dejado en la habitación», dice Iván Pérez, con la chaqueta del chándal ya encima y el bañador todavía puesto, aún cayéndole gotitas de agua del pelo tras debutar de la mejor manera posible en los Juegos Olímpicos: España venció a Kazajistán 14-6, con un tanto suyo. El boya del equipo español está viviendo cada instante con intensidad, como un niño, como la primera vez, empezando por la ceremonia inaugural, como demostró la peluca morada que lució. «Disfruto cada momento, ya lo visteis, liándola a saco», asegura este waterpolista de 41 años, el segundo español más veterano de todos los deportes, un clon de Danny Glover y Robert Parish: «Me lo han dicho muchas veces». «No me vacilan con la edad, que se atrevan», bromea. «Al revés, me tienen mucho respeto», aclara. No es para menos. Iván es como una extensión del entrenador porque a sus espaldas lleva mucho. En concreto tres Juegos Olímpicos con España y uno con Cuba. Cuatro en total, que podían haber sido seis si no fuera por unos problemas con su nacionalización. «Camino por la Villa Olímpica y me siento mayor. Me encuentro con los cubanos que practicaban conmigo y muchos están en el staff, son médicos... y yo sigo en activo. Te das cuenta de que ya tenemos una edad», cuenta. Hasta Londres ha llegado después de un amago de retirada y un regreso a la Selección gracias a Rafa Aguilar. Pero después de Londres no vendrá nada más. Su castigado cuerpo así se lo pide. Lloró cuando lo anunció, pero ahora sólo quiere disfrutar. «Después de Londres, al paro. Y a trabajar, como todo hijo de vecino, como decimos en Cuba», dice, y remarca su acento más que nunca. Le encantaría seguir ligado al mundo del waterpolo, que lleva practicando 32 años. Es su vida. Su padre jugaba, él lo ha hecho y su hijo también. «Juega en el Terrassa y ha sido campeón infantil», desvela. Tiene un buen maestro. «Qué va. En casa del herrero, cuchillo de palo. Le digo cosas a mi hijo y él se ríe, no me hace ni caso», afirma.
Una nueva vida le espera en España, no en Cuba. «Aquí tengo a mis hijos, a mi mujer, a mi madre, a mi hermana, a mis sobrinos... A Cuba iré de vacaciones», afirma. Pero antes de ella, le queda una misión por hacer: tratar de buscar una medalla olímpica, la única que se le resiste. Y, por supuesto, disfrutar de cada momento mientras lo hace.
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