Cataluña

Ruina económica por César Alcalá

La Razón
La RazónLa Razón

La maquinaria electoral se ha puesto en marcha. A pesar de lo que uno pueda oír durante todos estos dás, las elecciones han de servir para conocer la distribución política del nuevo Parlament. Los comicios del 25 de noviembre no son un plebiscito para conocer si los catalanes quieren o no la independencia.

Y es que la independencia tiene unos costes conocidos por los políticos pseudo-independentistas, pero que desean esconder, no sea que la gente de marcha atrás. La verdad, los números de la hipotética secesión son desastrosos. La pregunta que habría que hacerse sería: ¿Qué costaría que Cataluña fuera independiente?

De momento, tendríamos una deuda de 12.000 millones. Se tendrían que asumir 21.800 millones en pensiones y gastos sociales. Otros 43.000 millones en costes de lo que llamaríamos estado. Un déficit de 10.800 millones. Sumando estas cifras y añadiendo otros costes que son propios de un estado el resultado es de 99.500 millones. Si a esto sumamos la deuda proporcional a su Productor Interior Bruto (PIB) y a la que soporta Cataluña, esto significa que la Cataluña independiente estaría en un ratio de deuda del 144 por ciento.

Esto significa que, para poder rebajar el ratio, se tendría que despedir al 75 por ciento de los empleados públicos y los ciudadanos tendrían que pagar un 50 por ciento de su renta.
Quizás nos tendríamos que replantear un nuevo pacto fiscal para Cataluña. Ahora bien, en ningún caso la independencia, pues con ella, como demuestran los números, nos vamos todos al carallo.