
Singapur
Jonathan Edwards: «Madrid una ciudad para unos Juegos»
A Jonathan Edwards, un triplista de excepción, ahora le toca vivir la batalla al otro lado de la trinchera. El británico, miembro del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, se ha sumido en cuerpo y alma en esta nueva aventura.

–Siempre ha vivido los Juegos Olímpicos en la pista de atletismo, pero ahora le toca estar al otro lado de la barrera. ¿Cómo vive la aventura de ser miembro del Comité Organizador?
–Es un privilegio formar parte de todo esto; pero sólo cuando estás dentro te das cuenta de la complejidad que supone organizar un evento como éste. Son cientos las personas que están trabajando muy duro para que todo salga de manera correcta, y me siento muy orgulloso de formar parte de este equipo. Todos estamos haciendo todo lo posible para asegurarnos de que va a salir bien.
–El mundo se está recuperando de la mayor crisis económica vivida en los últimos 80 años. El Gobierno británico ha tenido que llevar a cabo los recortes más draconianos desde la Segunda Guerra Mundial para hacer frente a la deuda pública. En este escenario, ¿ser una ciudad elegida como sede de los Juegos Olímpicos supone un riesgo para incrementar los números rojos o una oportunidad para mejorar la economía?
–Está claro que Londres ha tenido que hacer una fuerte inversión. Los costos de la organización ascienden a dos mil millones de libras, que han sido financiados en gran parte por el sector privado. Aun así, creo que supone una increíble oportunidad para la ciudad y para el país.
–Cuando Londres salió elegida en Singapur fue una enorme sorpresa para todos. La candidatura que presentó fue casi virtual. ¿A qué se debió su éxito? ¿Fue gracias al encanto que mostró Tony Blair con los miembros del COI?
–Creo que Londres venció porque tenía un proyecto muy claro y lo presentó de manera increíble. Desde el primer momento su objetivo fue plantear los Juegos como una manera de integrar a la gente joven en el mundo del deporte y regenerar la parte Este de la ciudad, donde están haciendo un trabajo magnífico gracias a la gente de la zona, que ahora se siente más que nunca implicada con su barrio. Hay construidos centros de ocio, tiendas, y se están mejorando también las comunicaciones, creando gran número de puestos de trabajo para los locales. Ésa fue la clave. Londres tenía muy claro qué quería hacer, cómo enfocaría los Juegos y cómo implicaría a su gente, y por eso se llevó los Juegos.
–Tan sólo un día después de que fuera elegida tuvieron lugar los atentados terroristas del 7-J. La posibilidad de unos ataques siempre ha estado muy presente. ¿Cree que ahora, tras la horrible masacre de Oslo, ha aumentado más aún la preocupación?
–Lo que ha pasado en Oslo ha sido una auténtica tragedia. Todo el mundo ha quedado en «shock», pero la seguridad en el país, y en concreto en Londres, va a ser garantizada porque los expertos están haciendo grandes esfuerzos para tener todo bajo control.
–Con respecto a la seguridad, ahora parece que cunde el pánico entre los miembros del COI por haber elegido la candidatura de Río de Janeiro para 2016. Algunos creen que, quizá, fue un poco precipitado o arriesgado. ¿Cree que fue buena elección?
–Sí que lo creo, porque con Río de Janeiro no sólo ganó la ciudad sino toda Suramérica, que había estado un poco en el olvido en los últimos años. La ciudad cuenta con una gente increíble y con una cultura alucinante. No dudo que harán un buen trabajo y las cosas saldrán bien.
–Madrid siempre se ha quedado a las puertas dos veces, pero parece que ahora cuenta con más posibilidades que nunca. Fue, además, muy relevante el hecho de que el embajador británico en la capital española apoyara de manera pública su candidatura. ¿Es un buen augurio?
–Nadie puede negar que Madrid defendió con mucha pasión su última candidatura, y además que España realizó un trabajo fantástico con los Juegos de Barcelona en 1992. Nadie puede predecir lo que pasará en el futuro, pero creo que Madrid sería un gran sitio para celebrar unos juegos.
«Una preocupacion menos»
–¿El hecho de que ya se haya construido el 80 por ciento de las infraestructuras podría ser un factor determinante?
–Se ha demostrado que no es necesario tener gran parte de la infraestructura hecha para ganar. Pero, sin duda, sería una cosa menos por la que Madrid tendría que preocuparse.
–Hablemos ahora de su carrera. Está reconocido como uno de los mejores atletas británicos. ¿Cuál cree que ha sido su legado?
–Bueno, creo que no soy yo el que tendría que responder a esa pregunta. Lo que sí me gustaría es ser un ejemplo para la juventud, demostrar que hay que esforzarse por lo que uno quiere y que con la constancia vienen los frutos, aunque sea en los momentos menos esperados. Yo he disfrutado mucho con mi carrera y he vivido momentos increíbles. Haber conseguido la plusmarca mundial con los 18,29 metros fue muy importante para mí.
–Pudo conseguir más medallas de no haber sido porque durante unos años se negó a competir los domingos por convicciones religiosas. ¿Se lamenta ahora de aquello?
–No. Para mí, la fe siempre ha estado por encima del atletismo. Por aquella época era muy joven y aún me estaba formando, pero tras largas conversaciones con mi padre decidí competir también, si era necesario ese día. Pero no me arrepiento. Mi fe siempre ha sido muy importante.
–En su profesión, siempre que se habla de las luces y las sombras aparece la palabra dopaje. ¿Cree que el problema siempre estará ahí en el mundo del deporte?
–El mensaje que hay que transmitir es que dopado, uno no puede conseguir medallas. Se está librando una gran batalla para reducir el problema, pero creo que la sombra del dopaje siempre estará ahí.
No competía los domingos
Siempre ha vivido los juegos en la pista central, observado por miles de ojos, pegado a sus zapatillas y a la bandera británica que le ponían sobre los hombros cada vez que conseguía una nueva medalla. Jonathan Edwards (45 años), que cuenta con la plusmarca mundial de triple salto con 18,29 metros desde 1995 y fue campeón olímpico en Sydney'2000, amaba el atletismo desde pequeño y lo practicaba siempre que las conversaciones con su padre, un pastor anglicano, se lo permitían. Su fe siempre ha estado muy presente en su carrera, hasta tal punto que durante los primeros años de competición se negó a participar en las pruebas que se celebraban los domingos.
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