San Fermín
«Quiero que acaben con ETA sin concesiones ni premios»
De pequeño le gustaba disfrazarse de Superman, y soñaba, entre sus juegos de niño, con ser el salvador de los demás. Las motos le tenían «absorbido el seso».
Madrid- Tenía dos, una de competición y otra, de paseo, pero su verdadera pasión era su trabajo como guardia civil. Diego Salvá, última víctima de ETA «se hizo guardia para servir a los demás». Su madre, Montse Lezáun habla de él en presente «porque lo tengo muy reciente y sé donde está: en el cielo». Pamplonica de cuna, Diego Salvá tenía 27 años y le encantaban las fiestas de San Fermín, aunque su padre no le había dejado ir ese año «por seguridad». El 30 de julio de 2009 se había incorporado a su trabajo, en el cuartel de Palma Nova, un día antes de lo previsto, a pesar de no estar del todo recuperado del coma en el que había permanecido durante 23 días tras sufrir un accidente de moto. «Dios le había concedido una prórroga: Es como si le dijera: baja otra vez, despídete y vuelve a subir», recuerda su familia. «Nunca vi tan feliz a Diego como esa mañana y siempre le recuerdo así. La noche anterior había preparado su ropita como si fuera la vuelta al cole. Acababa de salir de una larga convalecencia y estaba feliz. Le pregunté si quería que le acompañara, si quería que le hiciera un bocadillo, pero me dijo que se lo iba a comprar». Montse despidió a Diego sin imaginar que era la última vez que le vería. Faltaban unos minutos para las dos del mediodía cuando Salvá y su compañero Carlos Sáenz de Tejada se montaron en el Nissan Patrol que ETA hizo saltar por los aires. «Quiero que mi hijo sea la última víctima, que ya no haya más. No puede ser que nos acostumbremos a esto. Y si hay que manifestarse todos los días para que esto no vuelva a suceder, pues saldremos todos los días». Montse no ha vuelto a ir al lugar del atentado, tampoco ha visto las imágenes del vehículo destrozado porque prefiere recordar a Diego con la sonrisa con que le despidió aquella mañana. «Quiero ser ejemplo para mis hijos y no dejo que me vean mal». Por eso, no consiente que los terroristas ocupen su cabeza «ni por un minuto». No cree que se estén viviendo los «últimos coletazos» de la banda terrorista y pide al Gobierno «que acabe con ETA ya, sin concesiones ni premios».
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