Política

"Mega manifestación" hoy del PP en Madrid para dejar KO la legislatura

Miles de ciudadanos acuden a la llamada del PP y llenan las calles de la capital, pese a las dudas del partido por un posible cansancio de la militancia

Miles de ciudadanos se han congregado en las calles de Madrid para asistir a la manifestación convocada este domingo por el PP contra la amnistía. Una jugada que se antojaba arriesgada para la dirección del PP. ¿El motivo? Si sale bien implica que tiene que ser la más multitudinaria de las protestas en la calle celebradas hasta ahora en esta legislatura con el gancho de la amnistía a los líderes independentistas. Sobre todo, porque se bate contra el resultado de las últimas elecciones catalanas, que el presidente Pedro Sánchez reivindica como la constatación de que sus políticas con el soberanismo, y esto incluye la amnistía, eran acertadas.

La amnistía se vota la próxima semana en el Congreso de los Diputados, antes de entrar en el BOE y quedar lista para su aplicación. En la manifestación convocada hoy en Madrid, el presidente Pedro Sánchez y el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, medirán en la calle sus fuerzas ante la cita del 9J. Y para conseguir que esta convocatoria sea un éxito el PP tiene que vencer el cansancio de la militancia con tanto acto electoral y tanta convocatoria de protesta. Además, el buen tiempo es visto como una amenaza porque anima a la gente a irse a la playa antes que meterse en el dispositivo organizado por las estructuras territoriales del partido para «llenar» Madrid. Vendrán autobuses de todas partes, estarán los principales líderes en activo, y también los dos ex presidentes, Rajoy y Aznar.

En Génova tienen más confianza que en algunas estructuras territoriales sobre la nota que recibirá hoy el examen de la convocatoria. Para los populares es muy importante dar un golpe de mano en la calle en una semana en la que Moncloa ha canalizado dos mensajes: que ha perdido el control de la situación con la manera de manejar la crisis diplomática con Argentina, luego se añadió la de Israel, y su absoluta soledad parlamentaria.

Feijóo ya ha dejado caer, para calentar la última batalla electoral de este ciclo, que si el PSOE pierde estos comicios, esa derrota debe leerse como la confirmación de que la legislatura queda en suspenso. Hay dos fuerzas contrarias trabajando en ver quién se hace con el control del clima de opinión bajo el que se celebrará la votación. Desde el lado socialista, la fuerza es un optimismo sin matices sobre las consecuencias de las elecciones catalanas, tanto en cuanto al nuevo gobierno de Salvador Illa como en lo que afecta a la jubilación de los líderes independentistas que protagonizaron el «procés». El PP, sin embargo, cree que después del 9J se acelerará el proceso de descomposición de las alianzas de Sánchez y habrá un Gobierno sometido a una situación de respiración asistida que durará lo que quiera Puigdemont.

Sánchez tiene tantos frentes abiertos que, incluso con esa resiliencia de la que presume, se antoja muy complicado que pueda sortear todas las piedras que tiene el camino, incluso con la investidura de Illa ya en funcionamiento. Además, la amnistía se aprueba justo la semana que viene, y un debate que ha quedado solapado por las crisis diplomáticas y los resultados electorales de Cataluña volverá al primer plano, con Puigdemont como capitán del independentismo que «no se resigna».

Además, la manifestación de hoy es un examen de fuerza sobre Pedro Sánchez, pero también respecto a Santiago Abascal después de que el pasado domingo marcara la agenda con el congreso al que invitó a líderes de la extrema derecha, y en el que el presidente argentino, Javier Milei, aprovechó el foro para despacharse en insultos hacia Sánchez y hacia su esposa, Begoña Gómez. Hoy el PP también tiene la oportunidad de medirse en la calle frente a estas políticas polarizadores o extremistas, y hacerlo desde lo que ellos llaman «una política de la moderación», que no está con Milei, pero tampoco con Pedro Sánchez.

La importancia que concede el PP a los resultados de esta campaña electoral se refleja en la agenda del líder popular, que vuelve a la calle con el mismo frenesí que ya dejó ver en las últimas generales. La circunscripción única que marca este examen electoral anula la desproporción de los restos con los votos, porque cada papeleta vale igual se emita donde se emita.

El PP está en su pelea con Vox, partido que tiene un suelo electoral muy resistente, pero las llamadas de atención que está haciendo en campaña tienen muy difícil su continuidad en el tiempo y que acaben creando un corriente de opinión. A los de Abascal les pasa algo parecido a lo del PSOE, que su fecha límite está en las próximas autonómicas y municipales porque pueden ser una segadora de votos que les deje fuera de juego. Salvo que en los próximos meses efectúen una remontada social que les permita recuperar el espacio que parece que están perdiendo en los gobiernos autonómicos en los que han entrado.

De momento, la prueba es hoy, con valor de plebiscito, y nada que sea más bajo en participación que las últimas concentraciones celebradas por los populares será visto como un éxito.