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Cirugía

Lunares de enemigos a aliados contra el tumor

El diagnóstico temprano salva la vida de muchos pacientes. La mayoría jamás usó protección y fue la casualidad la que les llevó a consulta 

Lunares, de enemigos a aliados contra el tumor
Lunares, de enemigos a aliados contra el tumorlarazon

Nunca un golpe fue tan bien recibido como el que sufrió Constantino con una puerta de un armario que su mujer dejó abierta. Gracias a que la herida que le produjo en la cabeza no terminaba de cicatrizar acudió al médico y observó el mal aspecto de un lunar. «Siempre he tenido un lunar en la cabeza, desde que tengo conocimiento. Convives con él a diario, te miras en el espejo y lo ves... Pero no piensas que sea un melanoma».
Algo similar le ocurrió a Adolfo. Una verruga en su hombro izquierdo fue creciendo hasta alcanzar el tamaño de la yema de un dedo. «Unos amigos en la playa me dijeron que no tenía buen aspecto. Cuando la extirparon y analizaron me confirmaron que era un melanoma maligno».

Desconocimiento
Ninguno de estos pacientes había tomado precauciones a lo largo de su vida. «En mi época no se hacía. Te ponías colorado y no te dabas nada. Sólo aceite y vinagre que calmaba el escozor cuando te quemabas», dice Constantino, que hoy no sale de casa sin protección 50. Adolfo coincide. «No recuerdo las sombrillas, salvo las que protegían la comida y la bebida cuando íbamos a la playa. Pasábamos el día entero, desde las 10 de la mañana hasta la madrugada. No me echaba crema y nunca me quemé, salvo una vez. Y con los años empezó a molestarme el sol».
Hoy, este malagueño de 50 años se encuentra en tratamiento, ya que «me hicieron una punción de ganglios linfáticos y de 12, seis estaban afectados. Empecé con sesiones de radioterapia y un tratamiento, pero al realizarme un PET-TAC, vieron que me habían salido muchas manchas difusas en el hígado».
Tras cambiar de tratamiento la situación mejoró. «El último PET-TAC muestra que las manchas están «paralizadas», ahora sólo me darán cuatro sesiones más de seguridad».
Este paso no fue necesario para Marival. A ella, que también se sorprendió ante la aparición repentina de un lunar en un muslo el octubre pasado, le bastó con la extirpación a tiempo. «Fui a mi médico de cabecera porque me molestaban unas verrugas y le comenté lo que me había salido. Las pruebas confirmaron que se trataba de un tumor y me lo extirparon en el hospital de día».
En principio no pensaba comentar nada, «pero mi madre insistió en que se lo dijera al médico. Y menos mal que lo hice, porque si me hubiera callado, no sé cómo estaría ahora». Por su parte, Lidia Trasobares, responsable de la Consulta de Melanoma del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid), argumenta que «es un ejemplo de la importancia del diagnóstico precoz, ya que si se trata de un melanoma in situ, poco profundo, al no extenderse no afecta a vasos sanguíneos ni linfáticos». La experta remarca que «hay que tener en cuenta que quienes ya lo han vivido tienen riesgo de sufrir un segundo melanoma».

En común
Marival y Adolfo tienen algo más en común. Sus padres también pasaron por ello. «Le extirparon uno del brazo y ahora sigue un estricto control», dice Marival. A la madre de Adolfo le quitan cada cierto tiempo las verrugas malignas que le van saliendo. A raíz de que le descubrieran el tumor maligno, «cualquier cosa que te ves tienes que ir a que te examinen», dice Constantino. «Hace poco, por ejemplo, al autoexplorarme, vi que tenía un bulto en el costado y acudí de inmediato. Afortunadamente se trataba de grasa», concluye.
 

El solmáforo llega a España
l Se llama solmáforo, y es un innovador dispositivo que muestra de manera instantánea el nivel de riesgo procedente de la radiación solar en cada momento del día. De momento se ha estrenado en la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe, y es el primero en Europa que mide la intensidad con que inciden los rayos solares ultravioleta (UV) sobre nosotros y el nivel de peligro para la salud al que nos estamos exponiendo en cada momento. En la actualidad sólo existen unos pocos solmáforos en el mundo, todos ellos en el Cono Sur americano.
Siguiendo la escala de colores instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), indica el nivel de riesgo real que se registra en el día. El mayor nivel corresponde al violeta, que refleja un peligro extremo; pasa por el rojo, naranja y amarillo, y finalmente llega al verde, que refleja un menor nivel de peligrosidad para nuestra piel.