Roma

Blanca Romero: «A los 40 espero rascarme la barriga»

Supo darle la vuelta a la tortilla y coger la sartén por el mango. Su matrimonio con Cayetano Rivera Ordoñez le impulsó a las portadas del colorín, pero ella –que no tiene un pelo de tonta–, lejos de enfangarse en los platós, tomó la palabra a alguien que vio en ella un reclamo para los espectadores y se hizo valer como actriz.

Blanca Romero: «A los 40 espero rascarme la barriga»
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De la ruptura con el diestro han pasado ya seis años. Cada uno por su lado, y con heridas sin cerrar con respecto a Lucía, la hija de Blanca que Cayetano adoptó como propia. «Desde hace un año, en muchísimos sitios ya no me preguntan por él. Tampoco es un castigo que lo hagan, con no hablar ni contestar tengo bastante».

 

Atrás quedaron, pues, las entrevistas con cláusula de por medio en la que exigía no se le preguntase sobre su vida privada. Ahora se bandea mejor en estos lares y ella misma esquiva y reconduce la conversación para centrarla en su imparable carrera. «Llevo tres años sin parar de trabajar, enganchando una cosa con otra y no he tenido tiempo ni si quiera para darme un buen masaje o una buena pedicura», reconoce.


Acaba de regresar de Roma, aprovechando un descanso del rodaje que le ha llevado Italia en manos de la RAI 2 para protagonizar la tercera parte de «Gente di mare», una miniserie de 14 capítulos en la que interpreta a la primera comandante de la Guardia Costera que tuvo el país de Berlusconi. «Es una persona muy recta, con muchos valores, una superheroina a la que le pasa de todo: se tira al agua, sube montañas, afronta tormentas de arena... Físicamente ha sido agotador con rodajes diarios de doce horas, fue como hacer la mili, pero estoy muy contenta porque es mi primer proyecto internacional», explica Blanca quien incluso ha colaborado en la banda sonora con Ennio Morricone. «Cuando acepté el proyecto tuve muchísimo miedo, porque no era una serie coral y no tenía noción alguna de italiano».


Exilio napoleónico en Elba
El guión le ha llevado a vivir unos meses de exilio napoleónico en Elba y Roma en el que le ha acompañado su hija. «La escolaricé en el colegio público de la isla. Ha sido muy positivo porque ha aprendido el idioma», señala, si bien reconoce que «muchos días nos vimos solas y echamos de menos España y a la familia».

 

Aun así, mantiene que «vivo el mejor momento de mi vida a todos los niveles. Virgencita, virgencita... La primera asignatura que tenemos que superar es la de aprender a vivir y creo que lo estoy logrando». ¿Su meta? «Luchar para retirarme con 40 años –tiene 34–, rascarme la barriga y disfrutar de una vida hippy sin trabajar». Pero hay más... «Aunque lo pasé mal con mi primer embarazo, me gustaría ser de nuevo madre y me planteo la adopción».