Extremadura

Matarile rile ron Chimpón

La Razón
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«¿Dónde están las llaves/ Matarile, rile, rile?/ ¿Dónde están las llaves, Matarile, rile, ron? ¡Chimpón!». La canción infantil más tonta de cuantas se han creado. La pregunta a Matarile tiene respuesta sabida. Las llaves están en el fondo del mar. No las encontrarían ni los buceadores de nuestra formidable Guardia Civil. Otra cosa es que las llaves, en lugar de hallarse en el fondo del mar, estén en la casa de la asistenta de la Delegada del Gobierno en Extremadura, doña Carmen Pereira, sita en Sagrajas, a quince kilómetros de Badajoz. Y es que doña Carmen es de las que pierden las llaves y con toda probabilidad, las gafas. Doña Carmen, como es natural, deseaba entrar en su casa después de una agotadora jornada de actos oficiales. Pero al hurgar en su bolso, dióse cuenta, apercibióse, de que no llevaba las llaves. Ni corta ni perezosa, hizo lo mismo que todos los Delegados del Gobierno han hecho en situación parecida desde que existe ese cargo en el organigrama del Estado. Enviar a una pareja de la Guardia Civil a la casa de la asistenta en busca de las llaves. A eso se le llama hacer uso debido y justificado de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Podría haber alquilado un taxi para que viajara a Sagrajas con tal fin, pero doña Carmen es ahorrativa, y como los guardias civiles sobran, decidió que fueran un par de ellos a recuperarle las llaves. Menos mal que lo que pierde son las llaves y no los sostenes, pues en tal caso la Benemérita en Extremadura estaría un día sí y otro también, de Cáceres a Badajoz y viceversa, recogiendo sujetadores, o «sutys», que queda más finorro. Menos mal que doña Carmen se ha justificado. Y lo ha hecho evocando su impecable trayectoria: «No tengo que avergonzarme, porque no he utilizado inadecuadamente los servicios de nadie, y toda mi trayectoria se ha caracterizado por la austeridad de los servicios públicos». Frase confusa. Si ha mandado a dos guardias civiles a recoger sus llaves a quince kilómetros de Badajoz, su orden es inadecuada. Y los guardias civiles son alguien, no nadie. Y al final, tiene razón. Su trayectoria se ha caracterizado por la austeridad. Se pone como ejemplo hasta en los colegios. Pregunta el profesor: «¿Qué trayectoria conocida se caracteriza por la austeridad?». Y el niño, que duda si se le pregunta quién era Felipe II, responde con celeridad y contundencia: «¡La trayectoria de doña Carmen Pereira!». «Muy bien, niño, un diez».Pero me siento obligado a ofrecer a doña Carmen algún consejo, que no recomendación. Procure no perder las llaves. Hágase con un llavero voluminoso, pesado y tintineante. De esos llaveros que no pueden perderse, ni olvidarse, ni extraviarse. En el caso de que vuelva a perder las llaves sin que intervenga en el extravío la Guardia Civil, llame a «Radio-Taxi». Acudirá un vehículo en pocos minutos. Le revela al conductor la identidad y domicilio en Sagrajas de su asistenta, y éste, a cambio de la cantidad que indique su taxímetro, le devolverá las llaves en el mismo espacio de tiempo que la Guardia Civil, que no está para esos menesteres. Y Matarile, rile, ron, chimpón.