La ablación del clítoris por Marina CASTAÑO

El pasado lunes se celebró el Día Internacional de Tolerancia cero con la Ablación. Curiosamente, caminando por una calle de Madrid, se me acercaron unas adolescentes pidiendo la firma de un manifiesto contra la salvaje práctica que padecen más de tres millones de niñas en todo el mundo. Naturalmente me interesé por esto, aunque no crea demasiado en los manifiestos, que terminan siendo no más cosa que un escrito en una barra de hielo, y pregunté a las jóvenes cual es la actitud habitual de hombres y mujeres ante este fenómeno y, curiosamente, apenas despierta ni siquiera curiosidad, ya que muchos piensan que es algo derivado de una religión, y que no va con nosotros. ¡Pero claro que va con nosotros!, lo mismo que denunciamos la pena de muerte a mujeres musulmanas por adulterio u otros «delitos y pecados» contenidos en el Corán. Parece como que el mundo islamista fuera incapaz de evolucionar o de reconocer los derechos del individuo, en especial los de la mujer, a quien humillan, vejan y tratan peor que a un miserable insecto. El mundo islámico se ha quedado anclado en la guerra santa, en la muerte por Alá y en tratar de imponerse por el terror ante el mundo occidental, que intenta la modernización de un planeta donde la lucha por la supervivencia es el pan nuestro de cada día de tantos seres que no saben en qué va a consistir su mañana. Y mientras tanto, los del turbante castrando niñas para privarles de una existencia normal y digna, poniendo además en riesgo su vida con una práctica humillante en condiciones nulas de salubridad. Y los occidentalitos, mirando para otro lado. ¡Qué asco!