París

Benlliure Madrid en bronce y mármol

Comunidad y Ayuntamiento crean cuatro itinerarios para celebrar el 150 aniversario del escultor

La Razón
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Usted quizá no lo sepa –o quizá sí, no me sea quisquilloso, si es así, enhorabuena por sus conocimientos–, pero Mariano Benlliure le ha saludado al pasar decenas, cientos, acaso miles de veces. No él en persona, claro. El escultor valenciano murió en 1947. Pero sí su obra, como un testamento en bronce y mármol, una presencia amiga a la que ya nos hemos acostumbrado y por la que apenas nos preguntamos. No hay un escultor que tenga más creaciones expuestas en la capital de España. Hasta 22 de sus piezas conviven desde hace décadas, algunas un siglo ya, con las calles y plazas de la Villa y Corte. Veamos: ¿le suena esa estatua de Don Álvaro de Bazán que hay en la Plaza de la Villa, justo enfrente del antiguo Ayuntamiento? Suya. ¿Y la estatua a Emilio Castelar en la rotonda del mismo nombre en plena Castellana? Suya también. ¿Ha paseado por el Retiro y se ha cobijado del sol en la sombra de la estatua ecuestre de Alfonso XII? Lo ha adivinado: Benlliure. Y así los monumentos a Moya o a Martínez Campos, también en el Retiro, el retrato en bronce de Francisco de Goya en la puerta lateral del Museo del Prado, la apartada estatua al cabo Noval, héroe en Melilla, que da nombre a un recodo en la Plaza de Oriente... Benlliure fue un hombre prolífico y admirado que dejó su huella por medio mundo. Sin embargo, como ocurre con muchos grandes artistas, su obra no es del todo conocida por el gran público. Una efeméride –en este caso, el 150 aniversario de su nacimiento, en Valencia– es una buena excusa para eso que los políticos llaman ahora «poner en valor», una expresión tan de moda como espantosa que viene a ser algo así como resaltar, hacer hincapié, atribuir su justo mérito o dar a conocer. En fin, elijan...

En 18 rincones de la capital
Para ello, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid han unido fuerzas, en colaboración con Patrimonio Nacional y la Fundación Mariano Benlliure, y han dado un lavado de cara a sus obras más representativas expuestas en la capital, además de idear un programa en el que sugieren cuatro itinerarios por Madrid para acercarse a la obra del escultor valenciano. «Benlliure nos rodea, pero estamos tan acostumbrados a su presencia que a veces no lo valoramos», asegura Leticia Azcúe, una de las dos comisarias del proyecto, para quien no cabe duda: «Es uno de los escultores más importantes del momento, si no el más importante». En la preparación de la efeméride y los itinerarios ha trabajado también Lucrecia Enseñat Benlliure, biznieta del escultor y presidenta de la fundación que lleva su nombre. «Fue un autodidacta, nunca asistió a ninguna escuela de Bellas Artes: él siempre decía que había aprendido en los talleres», destacaba de su ilustre bisabuelo, un hombre «con una gran capacidad de producción y trabajo» que en tres meses era capaz de comenzar varios conjuntos escultóricos complejos, terminarlos, hacerlos viajar y tenerlos listos para que Alfonso XIII, un gran admirador suyo, los inaugurase.

Toda la información se encuentra disponible en internet (www.madrid.org/mariano-benlliure-150aniversario), junto con un despliegue de información sobre la extensa obra de Benlliure, desperdigada por casi cualquier museo o institución artística que se precie por Madrid, Europa y buena parte de Iberoamérica, además de colecciones privadas. Y es que Benlliure llegó a Madrid ya con un nombre hecho, tras haber sido autodidacta en su tierra, estudiante de arte en el estudio del fundidor Crescenzi en Roma a partir de 1881, y triunfador en citas internacionales como París, Múnich, Viena y Berlín, en 1896 instaló su estudio en el número 5 de la calle Quevedo de Madrid, y de ahí saltaría a su taller definitivo en José Abascal.