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Biblioteca Nacional: cerrado por inventario

La Razón
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MADRID- Cuando el día 13 de septiembre, ya como directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral tomaba posesión de su despacho, sabía entonces que no se enfrentaba precisamente con una institución libre de cargas. Llegaba al puesto tras la polémica y acalorada salida de Rosa Regàs, la anterior inquilina, y durante la entrevista que entonces concedió a este diario se mostraba enérgica, optimista y con muchas ganas.

Poco después saltaba a los titulares la noticia del robo de un mapamundi que, una vez hecho el recuento, se aupaba hasta los diecinueve documentos. De ellos se recuperaron diez, que se presentaron el pasado 12 de noviembre en la Biblioteca Nacional, aunque todavía faltan por saber cuál es el paradero de otros cinco. Sin embargo, y a pesar del mal trago vivido, la guardia no se bajó en la institución. Muy al contrario, las medidas de seguridad se doblaron (de hecho, la institución está ahora prácticamente blindada) después de la presentación de los documentos recuperados al otro lado del Océano, que, además de contar con la presencia del ministro de Cultura, César Antonio Molina, abrió sus puertas al de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

«Puede haber sorpresas»

Fue ese día, el pasado 12 de noviembre, cuando César Antonio Molina anunció que la Biblioteca Nacional iba a hacer el que sería su primer inventario en veinte años (ya que no se realizaba control alguno desde 1988), a lo que la directora apostilló que «podía haber sorpresas». Es ya célebre la frase del titular de Cultura con la que venía a decir que si cualquier tienda de ultramarinos hace recuento diario de sus existencias, cómo no lo va a hacer una institución como la que nos ocupa.

La segunda operación recuento comenzará el próximo 14 de enero y se prolongará hasta el 19 (días en que la institución cerrará sus puertas), ya que una primera dio el pistoletazo de salida el pasado día 18 de noviembre (y echará el cierre en el mes de marzo). Por su parte, la Sala Cervantes se cerrará excepcionalmente este año entre el 21 y el 26 de enero. Afecta a unos 5.000 libros de fondo antiguo (manuscritos, incunables y obras editadas en los siglos XVI, XVII y XVIII), lo que supone la revisión de cada obra hoja a hoja, por lo que se van a mirar en conjunto aproximadamente unas 1.050.000 hojas. Belén Llera, recién nombrada directora técnica de la institución, es quien corre con el peso de la operación: «Contamos con trabajadores de la propia casa, además de con personal de empresas que trabajan para nosotros», asegura Llera.

Ante la publicidad de los últimos robos, «el recuento se hace, sobre todo, para comprobar que los volúmenes están y que su estado es bueno. Damos fe, también, de que están en su sitio, si corresponde a la signatura. Es decir, revisamos que las colecciones estén ordenadas y si se registra algún tipo de incidencia, como la falta de hojas o datos que no coincidan con su ficha», explica la directora técnica. En este tipo de recuento se recurre también al catálogo automatizado de colecciones para comprobar posibles incidencias.

Este tipo de recuento se realizará a partir de ahora una vez al año, algo que antes no se hacía, aunque sí de manera parcial, una práctica que es habitual en la institución, comenta asimismo la responsable técnica. En el caso de que se notara cualquier tipo de alteración o de anomalía, «se dará cuenta a Patrimonio para que lo retiren», asegura. Llera subraya, por otra parte, que «tanto la restauración como la encuadernación de volúmenes son permanentes en esta casa». Y añade: «La Biblioteca Nacional lleva control de sus depósitos».

Hoja a hoja

Además de este recuento de cinco días, el pasado 18 de noviembre ya se puso en marcha lo que denominan un «recuento especial» de manuscritos, incunables y fondo antiguo: «Aquí comparamos los datos que aparecen grabados con la ficha cartográfica (por ejemplo, se toma nota de si incluye algún mapa) y las incidencias que se puedan observar. La revisión es exhaustiva y lenta y se realiza pormenorizadamente hoja a hoja. Las páginas se comprueban con el microfilme». ¿Y ha habido ya sorpresas? La respuesta de la directora técnica es contundente: «No, ninguna hasta ahora. Situaciones vividas como la del robo nos hacen reflexionar. Nuestra directora ha vivido muchos años fuera de España. En países como Francia, que conoce muy bien este tipo de acciones, son normales, y a partir de este momento en la Biblioteca Nacional no se van a tomar como una medida excepcional, sino que van a formar parte de nuestro trabajo», añade.

El tiempo que se tarda con la revisión de cada manuscrito puede oscilar: «Digamos que se trata de una media hora. Los hay más complejos y más sencillos, como es natural. El cotejo con el microfilme es muy cansado para la vista. Hay que mirar el texto porque no están foliadas».

El recuento del fondo de grabados, mapas e incunables se prolongará hasta el mes de marzo y afectará a 698 incunables, 1.500 manuscritos y 2.200 impresos (libros ya fabricados en una imprenta). El de los volúmenes de la Sala Cervantes, que forma parte del fondo antiguo, también se revisa hoja a hoja.

Incidente aislado

El personal con el que se cuenta para este reto es de una quincena de trabajadores. Es decir, una movilización en toda regla que, sin embargo, Llera no ve como una revolución: «Para nada. El ambiente es de tranquilidad. Lo que pasó en su día fue un incidente aislado y con este tipo de actuaciones lo que intentamos es que todo funcione un poco mejor», asegura. Este fue, precisamente uno de los compromisos que se marcó Del Corral nada más aterrizar: «Me llamó la atención la falta de un recuento. A partir de este 2008 se hará cada año», señala. Y añade: «Para saber el esfuerzo que estamos realizando no hay más que ponerse en el pellejo de quien quiere sencillamente recontar los libros que tiene en las estanterías de su casa. Sólo pensarlo ya marea. Pues imagínese con los cientos de miles de volúmenes que tenemos entre estas paredes».