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El Barça defiende el empate

La Razón
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El Barcelona se encomendó a Henry y el francés respondió con las armas que se le suponen y con otras. Se le supone capacidad para desmarcarse y para definir. Hecho. Pase de Márquez por encima de la defensa, control perfecto, de los que te dejan la pelota en el lugar adecuado para rematar y marcar, y disparo colocado lejos del alcance de De Sanctis. El francés esperó a que le llegara la oportunidad y no la desaprovechó, pero no fue una espera pasiva. «Titi» presionó y peleó como si fuera un juvenil, como hizo Giovani, que es un juvenil y que está todavía por formar: le metían el cuerpo y se lo «comían».

Contra el Sevilla nada es definitivo. Que se viera a uno de los Barcelonas más decentes de la temporada en la primera parte no es suficiente para amedrentar a un equipo que ya sabe lo que es fajarse en la mejor competición de Europa y ante rivales como el Arsenal. El conjunto de Jiménez echó en falta a Kanouté y Keitia, aunque eso tampoco acabó con sus ánimos. Los andaluces, aunque no disputaran su mejor partido, son un equipo maduro capaz de marcar en cualquier momento. Como en un córner al que nadie acertó a rematar hasta que la pelota llegó a Capel para que chutara con la zurda desde muy cerca, imposible para Víctor Valdés. La eliminatoria se quedó así porque el Sevilla perdonó en la segunda mitad y el Camp Nou decidirá. El Barça parte con ventaja porque le sirve con empatar a cero en su casa, donde no suele fallar.

El tanto sevillista lo marcó quien más lo mereció. A Capel le cuesta levantar la cabeza, pero es un rayo capaz de amargar a Puyol. Fue el mejor del partido y ganó su duelo individual con el capitán del Barça, algo que, por el otro lado, Alves y Adriano tenían más complicado porque Abidal contó con la ayuda de Iniesta.

Rijkaard dio un giro a su sistema para el partido del Sánchez Pizjuán. Fijó a dos jugadores en los lados, Iniesta y Giovani, para frenar el poderoso juego por las bandas de los andaluces. Alves se encontró con un rival inesperado, Iniesta, que se sacrificó en ataque para correr en busca de Alves y robarle varios balones. El Barça ganó a los puntos la primera parte, pero el resultado era de empate. Los azulgrana tuvieron una movilidad inédita este año y los apoyos aparecían con facilidad. Superar la presión así es más fácil y como en la segunda mitad no lo hicieron les tocó sufrir.

El Sevilla, animado por el gol justo antes del descanso, salió con intenciones renovadas. El balón cambió de dueño y el Barcelona quedó encerrado en su campo y agarrado a Milito y Márquez, que despejaron todo lo que pudieron. Para lo demás estaba Valdés. El portero se reivindicó con dos paradas espectaculares, a un cabezazo de Chevantón y un lanzamiento de falta de Alves. El brasileño renació en la segunda parte y se fue al ataque con facilidad. Es un defensa que piensa como un delantero y tiene capacidad para echarse el equipo a las espaldas. Navas entró para meter más miedo a los catalanes y Capel siguió desesperando a Puyol, que en la última jugada del partido le dio una patada fea.

En el Barça todo había cambiado. Etoo seguía desaparecido y Henry bajó el nivel. Giovani ya no le ponía ni ganas, era como si no estuviera. El Barcelona se había parado, incapaz de salir de su campo, obligado por el rival, y se resignó a tener que defender lo que ya tenía. En una de las pocas veces que se estiró, encontró el poste, en un lanzamiento lejano de Edmilson que De Sanctis llegó a tocar con la punta de los dedos. El Sevilla lo tuvo, pero no supo resolver y tendrá que salir al Camp Nou a ganar. Nadie duda que lo hará.